Cómo criar a un hijo héroe
El mismo sicólogo que hace cuatro décadas impresionó al mundo con su "Experimento de la prisión de Stanford", hoy está abocado a descubrir por qué una persona cualquiera puede involucrarse, inesperadamente, en actos de heroísmo. Sus investigaciones entregan luces sobre cómo incentivar estas actitudes en los niños.
A la mayoría de nosotros nos criaron para que obedeciéramos las reglas. "¡Mamá, mi profesora no tiene la razón!". "No importa, es tu profesora y tienes que hacer lo que ella te diga". Cuando niños, afrontamos muchas veces este tipo de conversaciones, pero es hora de olvidarlas: si queremos que el mundo esté lleno de héroes, debemos enseñarles a los más chicos a romper las reglas. Polémico, sí, pero bien fundamentado.
El profesor Philip Zimbardo se hizo conocido hace casi cuatro décadas por su "Experimento de la prisión de Stanford", donde en una cárcel simulada, un grupo de estudiantes asumía el rol de guardias y otro, el de prisioneros. Lo que este sicólogo estadounidense demostró entonces fue que cualquier ser humano es capaz de llegar a cometer las atrocidades más inimaginables. Pero durante los últimos años se ha dedicado a tratar de entender por qué una persona cualquiera se involucra en actos de heroísmo inesperado.
Su conclusión es que no existe algo así como una naturaleza heroica, sino que todos somos héroes en potencia. El problema es que, muchas veces, el contexto no nos ofrece la posibilidad de ponerlo en práctica.
Por ejemplo: explica que si bien es positivo enseñar a los niños a respetar las normas, pues en general están ahí para protegerlos a ellos y a los que los rodean, no es tan beneficioso que se les eduque en la obediencia total. Según Zimbardo, lo más importante es que los niños aprendan a discriminar cuándo una norma debe respetarse y cuándo es mejor rebelarse. Es decir, a actuar de acuerdo con sus propios valores.
PODER DISCRIMINAR
"El experimento de la prisión de Stanford" permitió a Zimbardo darse cuenta de que así como somos capaces de actuar con extrema crueldad para responder a lo que creemos que se espera de nosotros en un determinado momento, también somos capaces de arriesgar nuestra seguridad para defender lo que creemos justo si sentimos que es lo que la ocasión amerita. Esto último es particularmente válido para los niños, porque les cuesta mucho más comprender que la injusticia sea una realidad natural.
En Estados Unidos, ya se está comenzando a trabajar en la idea de que lo que el mundo necesita son héroes cotidianos. Matt Langdon es el sicólogo que hace algunos años creó la "Compañía de Construcción de Héroes", un programa escolar que introduce a los niños en una idea esencial: lo opuesto del heroísmo no es la crueldad, sino quedarse como espectadores inactivos frente al dolor ajeno.
Es por eso que la primera estrategia es convencer a los niños de que son los héroes de su propia vida y que lo que se espera de ellos es que se la jueguen por mejorar las de sus pares.
Luego viene quizás lo más importante y lo más difícil para los padres: enseñarles a los niños que romper las reglas con las que no están de acuerdo está bien. Siguiendo la tesis de Zimbardo, actuamos de acuerdo con lo que los demás esperan de nosotros, por lo que es fundamental que los niños sepan que lo que se quiere de ellos no es que sean los más correctos de la clase, sino que actúen de acuerdo con las convicciones que los padres les han inculcado. Basta pensar en cuántas veces las reglas sociales dictan que hay que tratar con crueldad al nerd del curso para entender que hay reglas que no tienen que ser parte de los valores de nadie.
SIN MIEDO A LOS CONFLICTOS
Al romper las reglas y alzar la voz en contra de las convenciones sociales, los niños se dan cuenta de que cambiar las circunstancias está en sus manos. Y en esto, es clave enseñarles que tienen el poder para resolver los problemas.
Christine Carter es sicóloga de la U. de Berkeley y se ha dedicado a estudiar cómo hacer niños más felices: "Hay que dejar de creer que el conflicto es algo malo, pues sólo se transforma en algo negativo si no tenemos la capacidad de resolverlo. Hay que lograr que los niños tengan confianza en sus habilidades interpersonales al punto de hacer las cosas bien sin necesidad de capas, espadas o adultos", dice la especialista.
Todo esto es parte del fortalecimiento de la "imaginación heroica", dice la sicóloga, un concepto que tiene que ver con intentar que vean el mundo tal como lo haría un héroe. Para empezar, los héroes distinguen aquello que no está bien y son capaces de leer las claves que sugieren que alguien podría estar en problemas.
Por ejemplo, un niño que tenga desarrollada la inteligencia emocional puede predecir cuándo un compañero es más vulnerable, que está en riesgo de ser víctima de bullying y prevenir que esto ocurra, sin arriesgar peligrosamente su propia integridad. Porque contra lo que pudiéramos pensar, los niños no se pondrían en riesgo innecesariamente, creyendo ser superhéroes: ellos entienden perfectamente la diferencia entre la ficción y la realidad, dice Langdon. Cuando visita los colegios y les pregunta por sus héroes, responden que son sus padres o abuelos, no personajes de cómic. O sea, saben que los superpoderes están de más.
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De un tiempo a esta parte no estoy con mi capacidad crítica a punto. Solo diré que este artículo me pareció interesante.