El Gran Viaje
En la vasta oscuridad aconteció una muerte, la muerte de la Gran Madre. Su grito de dolor surcó los cielos hasta inimaginables distancias, veloz y desgarrador. Pero no era tan solo sufrimiento, también era una nueva promesa. Con el tiempo su grito alcanzó la Vastedad de Orión, y ante tan potente sufrimiento, Estelus despertó.Estelus, entristecido por la muerte de la Gran Madre, miró a su alrededor y sintió soledad, por primera vez sintió que no debería de estar solo en el Gran Viaje Vital, y tomó la decisión de crear a sus Acompañantes.
Con su poder insufló espíritu a lo que le rodeaba, y de dicho espíritu surgieron los Protectores y los Padres. Estelus sonrió ante su belleza, ante la magnificencia de sus hijos. Miró con orgullo a los Protectores, fuertes y poderosos, vigilando las fronteras de sus Dominios para que nadie pudiera hacer daño a los Padres. Y después miró a los pequeños Padres, y aunque también sintió alegría no fue suficiente, necesitaba más.
Les habló y les dijo que los Padres deberían tener Hijos para extender la Vida, mas no todos accedieron, rebelándose contra su Creador. Estelus, colérico, preparó su venganza. Al primero lo abrasó, dejando sus desnudos restos como recuerdo de su traición. Al segundo lo cegó cubriéndolo con un manto de oscuridad ardiente perpetua, y al último le quitó el espíritu, convirtiendo su cuerpo en una prometedora pero vacía cáscara.
Solo dos aceptaron la petición de Estelus, Hidros y Orfeus, mas no sabían cómo llevarla a cabo. Estelus entonces les dijo que deberían unir sus cuerpos, y de dicha unión nacería un Hijo. Pero la unión debía de ser cuidadosa si querían que su Hijo viviera, no más que un leve roce amoroso, una caricia. Orfeus entonces pidió a Estelus que le guiara, y Estelus así lo hizo. Con sumo cuidado lo guió junto a Hidros y ambos se unieron con una caricia, convirtiendo sus cuerpos en uno.
Y de la unión nació una Hija, Sulenia, la cual permaneció junto a sus padres para ayudarles con su amor a hacer la Vida y satisfacer a su creador. Y Estelus, ya satisfecho, se encargó de cuidar y dar calor a la Familia, y de dar fuerzas al fruto de su unión, la Vida.
Anónimo, Libro del Saber