beltzean escribió:
Y por lo que puedo ver y entender, las lenguas están vivas, se modifican, crecen, menguan, y hasta mueren...y no hay mayor problema... Pero una cosa es que una lengua muera y otra muy diferente que a una lengua se la estrangule.
Efectivamente. Las lenguas pertenecen a las personas que las hablan, que las utilizan para comunicar, que las aprendieron de sus padres. Son parte del acervo cultural de los pueblos. Si las personas cambian de forma de vida y dejan de usarla (porque se van, porque llega otra gente que se integra y se adopta su lengua, por la razón que sea), las lenguas mueren. Apostaría a que, en la historia de la humanidad, la mayoría de las lenguas que han desaparecido lo han hecho porque en algún momento se las ha estrangulado, como dices. Pero puede ocurrir que, sencillamente, los pueblos hayan emigrado, desaparecido o simplemente adoptado otra lengua paulatinamente.
Es evidente que la gente que las utiliza como lengua materna las mantendrá vivas. Y que, ante un retroceso como el que sufrió el euskara, se hace conveniente revitalizarlas mediante la promoción, para recuperar en menos tiempo el terreno perdido a la fuerza.
beltzean escribió:Según carlis, lo ideal es que se erradicara todo aquello que nos diferencia, religión, lengua, cultura y se supliera por algo común para todos... Perdona, Carlis, ¿con derecho a la pataleta o habría que acatarlo a la fuerza? ¿ quien decidiría la lengua, religión, y costumbres apropiadas para aunar a la humanidad y terminar con los problemas?
...uy, perdona, que he hecho esta pregunta y me ha dado la risa....No por ti, es que tenemos un concepto de la humanidad tan dispar, que no soy capaz ni de imaginarme semejante situación
Yo no sé si la propuesta utópica de Carlis va en esa dirección porque no lo ha concretado.
Pero si es así, además de una utopía, es indeseable también para mí. La estandarización es, además, un imposible.
Ahora, que en vista de la situación actual de la especie humana en permanente conflicto, (en donde el egoismo de unos pocos se alimenta de la impotencia de la mayoría con la complicidad inconsciente de muchos), se apunte a una humanidad unida y en armonía, es otra cosa distinta. Para entender y respetar al otro, para colaborar con él en objetivos comunes y provechosos para todos no hay que ser iguales. Para empezar, somos distintos y la riqueza que supone el haber construido culturas distinta es lo que podría salvarnos si aprendemos un día a colaborar en lugar de a desconfiar. Esa solidaridad es lo que nos pondría al abrigo de los abusos de los opresores de turno, sea el turno que sea cuando lo consigamos, si alguna vez se consigue.
Por esto aborrezco los nacionalismos en tanto que no unen sino que separan.
Nunca porque no sea capaz de reconocer las distintas identidades de cada pueblo, sus historias y tradiciones distintas. Pero que sirvan para compartir e intercambiar, que es lo que con la mayor naturalidad del mundo suele hacer la gente, a menos que se vea en peligro o que se deje manipular.
Además, hoy en día con los intercambios constantes de personas de un país a otro y la posibilidad de comunicar con las antípodas en tiempo real, el futuro que construiremos será, definitivamente, diferente. No estandard, pero tampoco será la suma de culturas de núcleos aislados.