El naturalismo científico capacita a los seres humanos para construir una visión coherente del mundo, superadora de viejas herencias metafísicas y teológicas, y fundamentada sobre las ciencias.
Primero, el naturalismo científico está vinculado a un conjunto de prescripciones metodológicas. Para el naturalismo metodológico todas las hipótesis y teorías deben estar comprobadas experimentalmente con referencia explícita a causas y sucesos naturales. Es inadmisible introducir causas ocultas o explicaciones transcendentales. Los métodos de las ciencias no son infalibles, no nos colocan en presencia de verdades absolutas e inamovibles; pese a ello en comparación, constituyen los métodos más fidedignos que hemos encontrado para aumentar el conocimiento y resolver los problemas humanos. Han tenido además un poderoso efecto en la transformación de la civilización mundial. Amplios sectores de la población aceptan hoy la utilidad de las ciencias; reconocen que las ciencias han tenido consecuencias positivas.
Desgraciadamente, la aplicación de los métodos de las ciencias ha sido con frecuencia confinada en estrechas especialidades, y se han ignorado las más amplias implicaciones de las ciencias para nuestra visión de la realidad. Los humanistas mantenemos que es necesario extender los métodos de las ciencias a otros campos del esfuerzo humano y que no deberían existir restricciones a la investigación científica, salvo en el caso de que su ejecución infrinja el derecho de las personas. Los esfuerzos para bloquear la investigación científica por razones morales, políticas, ideológicas o religiosas han fracasado invariablemente en el pasado. Los posibles resultados beneficiosos obtenidos gracias a la continuidad de los descubrimientos científicos no pueden subestimarse.
Segundo, las oportunidades que las ciencias proporcionan de cara a incrementar nuestro conocimiento de la naturaleza y de la conducta humanas son enormes. El naturalismo científico presenta un panorama cósmico basado sobre hipótesis y teorías ya comprobadas. Para sus informes sobre la realidad lo que no hace es sacar sus datos de la religión, la poesía, la literatura o las artes, por más que tales actividades sean importantes expresiones de intereses humanos. Los naturalistas científicos manejan una suerte de materialismo no reduccionista; los procesos y sucesos naturales están mejor documentados cuando van referidos a causas materiales. Esta forma de naturalismo da cobijo a un universo pluralista. Aún cuando la naturaleza sea básicamente en sus raíces de índole física y química, los procesos y objetos se manifiestan por sí mismos a muchos niveles distintos de observación: partículas subatómicas, átomos y moléculas; genes y
células; organismos, flores, plantas y animales; percepción psicológica y conocimiento; instituciones sociales y culturales; planetas, estrellas y galaxias. Esto autoriza explicaciones contextuales, extraídas a partir de campos de investigación naturales, biológicos, sociales y conductuales. Todo ello no niega la necesidad de apreciar las diversas expresiones morales, morales y culturales de la experiencia humana.
Tercero, el naturalismo sostiene que la evidencia científica para las interpretaciones espirituales de la realidad y para la postulación de causas ocultas es insuficiente. Las clásicas doctrinas trascendentalistas no dudan en hacerse eco de los apasionados anhelos existenciales de los seres humanos que desean sobrevivir a la muerte. Sin embargo, la teoría científica de al evolución proporciona un informe mucho más parsimonioso acerca de los orígenes humanos y se basa en evidencia extraída a partir de un amplio número de ciencias. Denunciamos los esfuerzos de unos pocos científicos, frecuentemente jaleados por los mass media, por imponer interpretaciones transcendentales sobre fenómenos naturales. Ni la cosmología moderna ordinaria, ni el proceso de evolución proporcionan evidencia suficiente acerca de designios inteligentes, que es un salto de fe más allá de la evidencia empírica. Pensamos que ya es hora de que la humanidad asuma su propia mayoría de edad y deje atrás el pensamiento mágico y la construcción de mito, que deben ser sustituidos por un conocimiento de la naturaleza bien comprobado.
Por Paul Kurtz
fuente: http://www.ateismopositivo.com.ar/hum2000_03.html
Tomado del Manifiesto emanado de la Academia Internacional de Humanismo [EE.UU] y publicado en la revista Free Inquiry [Fall 1999, vol. 19, nº 4, páginas 4-20].