Wilalgar escribió:Me he leído este hilo y, sinceramente, no entiendo en absoluto su propósito.
Desde luego no es una presentación, un discurso tampoco pues se repite demasiado, una discusión tampoco...
¿Para qué sirven todas estas palabras escritas?
Pues básicamente para que esté por aquí unos cuantos días expresando eso que expresa él, porque por ahí ya están más que hartos de que les dé la chapa.
Se ve que en los foros cristianos no son tan amables, ni perdonan tanto, ni sanan a la gente, ni nada de eso que dicen que hacía Jesús, a quien intentan imitar.
Como terapeutas son contraproducentes. Nuestro invitado no parece haber mejorado mucho por esos mundos de dios. Claro, que aquí somos aún peores, pero no nos damos el pote por ahí de ir sanando ni salvando a nadie.
jordignasi escribió:Mi experiencia me ha convencido de que el amor sólo se vive, pues todos mis intentos de hablar o escribir sobre él acaban provocando todo tipo de extrañeza, confusión, escándalo, condena, escarnio...etc.
Pues siempre ha habido quien sí sabe decirlo, hablarlo y escribirlo, por ejemplo Neruda:
EL AMOR
Pequeña
rosa,
rosa pequeña,
a veces,
diminuta y desnuda,
parece
que en una mano mía
cabes,
que así voy a cerrarte
y a llevarte a mi boca,
pero
de pronto
mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios,
has crecido,
suben tus hombros como dos colinas,
tus pechos se pasean por mi pecho,
mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada
línea de luna nueva que tiene tu cintura:
en el amor como agua de mar te has desatado:
mido apenas los ojos más extensos del cielo
y me inclino a tu boca para besar la tierra.
Y más contundente:
AGUA SEXUAL
Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.
Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.
Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.
Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.
Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.
Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro el mundo.
Y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.
Si todos supiéramos escribir así los poetas tendrían que dedicarse a otra cosa. No sé, fontaneros, abogados, políticos, banqueros.
Y siempre será mejor que haya poetas. Digo yo.
Así que no te martirices.