Dices xasto,
El creyente habla de la profundidad de sus sentimientos de tal forma que quien no los siente no puede entenderlos. Los ateos que hemos sido creyentes sí podemos saber de qué hablan los que “sienten” a Dios.
Yo cuando era creyente ("bendita" infancia) nunca "senti" a Dios, quizás mi "alma" era ya atea y nunca fue arrebatada por Dios. Esto me hace pensar que si para ser creyente se necesita sentir a Dios y/o tener fe. Yo en esos tiempos ni sabía que significaba todo eso en toda plenitud, una vez alcanzada la edad de la razón (según algunas religiones a los 7 años) ; quizás todo esto es porque no me alienaron lo suficiente, o era demasido tonto para que esas ideas hicieran mella en mi.
El ateo que ha sido creyente, además de abarcar los dos campos epistemológicos, posee el principal: el de la razón; y la razón ofrece la auténtica luz que ilumina la verdad. Es algo que quien no la siente no puede experimentar la claridad de ideas que proporciona la razón después de haber pasado por la fe. Es una combinación explosiva. Ni siquiera los ateos que no han sido creyentes pueden saber lo que se siente. La luz de la verdad se hace transparente como el agua limpia y cristalina. Los ojos se abren de par en par y se traspasa la línea de la fe para llegar a la ultra realidad. Es, simplemente indescriptible, alucinante, extraordinario, inefable. Lo ves todo claro, es un cambio radical como el ciego que de repente ve.
Cuando pasas de la fe a la razón, se experimenta un shok. Se experimenta una pérdida. Pierdes la ilusión por todo aquello por lo que hubieras dado la vida: por tu dios, por Cristo, por el cielo...pero ganas en verdad, en libertad, en dignidad, en autonomía. El cambio es tal, que no hay ganas de volver atrás. La verdad es adictiva, es poderosa, es cruel, pero ensancha los pulmones al entrar aire fresco...y empieza una nueva vida. Una vida auténtica, sin sombras, sin engaños, sin mentiras. Entonces dios se queda tan pequeño ante el hombre...tan poca cosa. Y el hombre se hace dios: porque el hombre, desde el momento que entierra a dios, se da cuenta de que el único dios que existe es él; y a partir de ahí, el hombre se hace dueño de sí mismo. Ya no depende de nadie más. Se hace autónomo, se hace maduro; y al utilizar la razón empieza a dar soluciones a los problemas de la humanidad sustituyendo los inútiles sermones de los púlpitos por la ciencia y la filosofía desembocando en el pensamiento racional que sustituye a los dioses y dice ¡basta!
Que diferencia hay entre este "arrebatamiento" con el que sufre un no creyente que se hace creyente ... ninguno. Ambos ven su "luz" partícular que les saca de su "pozo oscuro" ambos os sentís más libres, más dignos, más autónomos pero sólo son sentimiento de realidades contrarias, no nos olvidemos que cada uno ve su realidad como autentica y cada uno ve la contraria como erronea. Sin olvidar que no todo ateo es tan güais como lo pintas ni todo creyente es tan meapilas como pueda parecer al ser contrapunto de ese ateo güais.
Quizás es eso, que nunca sentí eso de ser creyente pero en verdad te digo que tampoco siento eso de ser ateo, quizás es porque nunca sentí su existencia ni su no existencia, no sufrí ningún tipo de revelación de ello. Entonces me pregunto, ¿Nunca podré comprender los sentimientos de un creyente y de un ateo?
Reforzar las creencias con los sentimientos está bien pero los sentimientos y las emociones no te dicen cual de las dos creencias es la cierta, da igual que ruptura sea, ya sea la de la fe o la de la razón, ambas en su "revelación" te producen un shock en tu vida que la cambia por completo y cada uno dirá que para mejor.
Perdona por ser puñetero y ser un poco tocapelotas
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