Aún así todavía estoy esperando una nota de condena oficial por parte de la Iglesia. Ya sabemos que está en contra, pero también sabemos que están en contra del terrorismo todos los partidos democráticos de España y cada vez que hay un atisbo de intento de atentado lo condenan expresamente. Por no hacer eso en esta país se ha ilegalizado a un partido.RomaSanta escribió:
Por cierto, el supuesto tarado que se le detuvo por intentar atacar a los indignados solo era el tipico gilipollas que soltó cuatro chorradas en un blog y por eso le detuvieron. Sirva de ejemplo a aquellos que se creen impunes escribiendo cualquier cosa en internet.
Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegres
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Interroga mundum. Nulla vita sine scientia, nulla vita sine studium.
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- Agustín
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
RomaSanta, ¿no tienes otro tema?, ¿y si tienes ganas de debatir sobre éste en particular has de elegir para hacerlo precisamente este lugar? Que me parece muy bien, cuidado, no te estoy reprochando ni censurando nada en absoluto. Considero que aquí cada cual es libre de comentar lo que le venga en gana siempre y cuando cumpla con las normas pertinentes, cosa que tú has hecho hasta ahora sin asomo de duda. Pero es que no deja de resultar chocante que, precisamente coincidiendo con los sucesos de las JMJ, manifestación laica, etc., se estrene en este foro alguien que todavía no ha dialogado sobre otro tema distinto de éste y que además lo hace adoptando una postura que, sin fisura ni matiz ninguno, se presenta como la totalmente opuesta a la que presumiblemente sería la mayoritaria en este foro. Reafirmo mis reservas hacia ti que ya expresé en tu hilo de presentación (no, qué coño, las refuerzo).
¡RA, RA, RA!... mén
Desde que me asocié soy mejor persona... ¿Y tú a qué esperas?
http://www.iniciativaatea.org/asociarse.php
- beltzean
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Un aplauso para los "Alegres"....
http://www.lasexta.com/sextatv/veranodi ... 60233/6563" onclick="window.open(this.href);return false;
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esto es un sindios
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
¡Uy! ¡Por el amor de Monesvol todopoderoso! ¿Qué les ha pasado a estos chicos? ¿Acaso no habia suficiente vino en la misa? ¡Pero como se nos ocurre culparlos por este tipo de actividades! si lo único que querian era beber un poquito más de la sangre de cristo rey... totalmente respetable.
No era suficiente con perder la fe en dios, ahora también he perdido la fe en la humanidad
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Agustín escribió:RomaSanta, ¿no tienes otro tema?, ¿y si tienes ganas de debatir sobre éste en particular has de elegir para hacerlo precisamente este lugar? Que me parece muy bien, cuidado, no te estoy reprochando ni censurando nada en absoluto. Considero que aquí cada cual es libre de comentar lo que le venga en gana siempre y cuando cumpla con las normas pertinentes, cosa que tú has hecho hasta ahora sin asomo de duda. Pero es que no deja de resultar chocante que, precisamente coincidiendo con los sucesos de las JMJ, manifestación laica, etc., se estrene en este foro alguien que todavía no ha dialogado sobre otro tema distinto de éste y que además lo hace adoptando una postura que, sin fisura ni matiz ninguno, se presenta como la totalmente opuesta a la que presumiblemente sería la mayoritaria en este foro. Reafirmo mis reservas hacia ti que ya expresé en tu hilo de presentación (no, qué coño, las refuerzo).
De hecho y hasta ahora no he abierto ningún tema como no fuera el de mi presentación. Francamente me da igual las reservas que puedas tener hacia mí. Imagino que eso será un problema tuyo que yo en absoluto puedo ayudarte a solucionar.
El tema de la JMJ ha causado, por lo visto, un enorme interés en el resto de los foristas ya que se han abierto varios hilos al respecto y se ha producido una elevada participación. Mi postura se resume en que hay que vivir y dejar vivir. Esto de oponerse a la celebración de un evento por el mero hecho de que lo organizan personas que no piensan como nosotros es una fascistada se mire como se mire.
Lo demás son excusas del tipo de que nos cuesta dinero, que se están usando un espacio que es de todos y demás monsergas. En el fondo de todo este debate es que se cuestiona el mero hecho de que unos señores creyentes organicen un evento público . Veo mucho odio que llega hasta el extremo de manipular información. Lo mismo que se critica a quienes dicen que los indignados son violentos ( no lo son, pese a haber acaecido episodios violentos ), se tacha de violentos con la misma intolerancia a un colectivo de 1,5 millones de personas por el comportamiento de uno de ellos.
Esto, además de ser falaz es una falsificación de la realidad que surge de una animadversión hacia los creyentes. Así que la pregunta que nos podemos formular es: ¿ Puede un ateo no odiar a los creyentes?
- Vitriólico
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Oye, Romasanta: ¿tú no te has enterado que a lo único que nos oponemos es a que el akelarre ... digo, el encuentro con vuestro Papa no se sufrague con dinero público?.
¿En la catequesis no os enseñabna a leer además de adoctrinaros en supersticiones?
¿En la catequesis no os enseñabna a leer además de adoctrinaros en supersticiones?
Si pretendes razonar sobre religión con un creyente piensa que, si pudiera razonar sobre ello, ... ¡no sería creyente!
"La primera vez que alguien te engaña, es culpa suya. La segunda, tuya.". (Proverbio árabe).
"La primera vez que alguien te engaña, es culpa suya. La segunda, tuya.". (Proverbio árabe).
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Vitriólico escribió:Oye, Romasanta: ¿tú no te has enterado que a lo único que nos oponemos es a que el akelarre ... digo, el encuentro con vuestro Papa no se sufrague con dinero público?.
¿En la catequesis no os enseñabna a leer además de adoctrinaros en supersticiones?
No te coscas, Vitri:
viewtopic.php?f=61&t=8325" onclick="window.open(this.href);return false;
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Claro que sería una fascistada. Pero es que lo que dices es simplemente mentira, o en su defecto, grosera falta de criterio y observación.RomaSanta escribió:Esto de oponerse a la celebración de un evento por el mero hecho de que lo organizan personas que no piensan como nosotros es una fascistada se mire como se mire.
Dios es una especulación arbitraria y antojadiza sin ningún fundamento real y con referente en el ser humano.
ASÓCIATE a CYBERATEOS. Es mejor un mundo sin religión. Las personas somos mucho más importantes que Dios.
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Eso me parece a mi.SWAMI escribió:Claro que sería una fascistada. .RomaSanta escribió:Esto de oponerse a la celebración de un evento por el mero hecho de que lo organizan personas que no piensan como nosotros es una fascistada se mire como se mire.
- Agustín
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Sin duda alguna.RomaSanta escribió:Eso
Esto merece una amplia discusión aparte, pero en principio diría que sí.RomaSanta escribió:me parece a
Este punto es irrebatible.RomaSanta escribió:mi
¡RA, RA, RA!... mén
Desde que me asocié soy mejor persona... ¿Y tú a qué esperas?
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Agustín escribió:Sin duda alguna.RomaSanta escribió:Eso
Esto merece una amplia discusión aparte, pero en principio diría que sí.RomaSanta escribió:me parece a
Este punto es irrebatible.RomaSanta escribió:mi
No puede ser, Agustín.
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Qué... ¿quedándote sólo con lo que te interesa? Digo que cuando dices que nosotros "nos oponemos a la celebración de un evento por el mero hecho de que lo organizan personas que no piensan como nosotros", o bien estás mintiendo o bien estás absolutamente equivocado.RomaSanta escribió:Eso me parece a mi.
Dios es una especulación arbitraria y antojadiza sin ningún fundamento real y con referente en el ser humano.
ASÓCIATE a CYBERATEOS. Es mejor un mundo sin religión. Las personas somos mucho más importantes que Dios.
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
SWAMI escribió:Qué... ¿quedándote sólo con lo que te interesa? Digo que cuando dices que nosotros "nos oponemos a la celebración de un evento por el mero hecho de que lo organizan personas que no piensan como nosotros", o bien estás mintiendo o bien estás absolutamente equivocado.RomaSanta escribió:Eso me parece a mi.
Bueno, pero ya está. Los de la JMJ han ahuecado el ala y ahora podeis los ateos respirar tranquilos.
Anda que.....
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
No, porque la violación del supuesto estado aconfesional sigue ahí y serguirá cometiéndose. Sólo cuando consigamos un estado verdaderamente aconfesional o laico, sin injerencia sobre el estado de ninguna doctrina/patraña religiosa basada en el pensamiento mágico, será cuando respiremos tranquilos.RomaSanta escribió:Los de la JMJ han ahuecado el ala y ahora podeis los ateos respirar tranquilos.
Dios es una especulación arbitraria y antojadiza sin ningún fundamento real y con referente en el ser humano.
ASÓCIATE a CYBERATEOS. Es mejor un mundo sin religión. Las personas somos mucho más importantes que Dios.
ASÓCIATE a CYBERATEOS. Es mejor un mundo sin religión. Las personas somos mucho más importantes que Dios.
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
SWAMI escribió:No, porque la violación del supuesto estado aconfesional sigue ahí y serguirá cometiéndose. Sólo cuando consigamos un estado verdaderamente aconfesional o laico, sin injerencia sobre el estado de ninguna doctrina/patraña religiosa basada en el pensamiento mágico, será cuando respiremos tranquilos.RomaSanta escribió:Los de la JMJ han ahuecado el ala y ahora podeis los ateos respirar tranquilos.
Vaya por Dios. Lo de ser ateo debe ser un sinvivir.
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
"Cuando tengo que ocuparme de informar sobre manifestaciones acudo con mucha antelación para empaparme del ambiente. El miércoles no fue una excepción. Cogí el Metro. Y vi un Metro tomado por jóvenes, muy jóvenes. Y vi un ambiente festivo, desde Cibeles hasta Sol. Madrid era peregrino y multicolor. Pasé por el kilómetro 0 y vi una plaza repleta de peregrinos-turistas. Y me acerqué hasta Tirso de Molina, lugar de donde arrancaba la manifestación laica, anti Papa y, por lo que se vio, anti peregrinos.
Inicialmente el despliegue policial era discreto, quizá demasiado. Apenas una veintena de agentes de las Unidades de Intervención Policial acompañaba a la cabecera de la manifestación. Y, como era de esperar, el punto caliente fue Sol, con la llegada de los manifestantes al cruce con la calle Carretas. La Policía había abierto un pasillo de anchura suficiente para que la manifestación atravesara la zona. Fue allí donde los más radicales de la manifestación y los peregrinos cruzaron gritos: «Pederastas», «nazis» e «hijos de puta» era contestado por los pocos jóvenes que había en la zona con gritos a favor del Papa. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
La Policía puso un leve cordón de separación en esa esquina, pero poco más. Y los manifestantes iban ganando metros. Su intención era clara. Los más radicales querían tomar la plaza. «Esta es nuestra plaza» y gritos de «fuera, fuera; menos rezar y más follar». El tono fue adquiriendo un aire amenazador tremendo. Las caras de los radicales estaban completamente desencajadas, fuera de sí. Había a quien la vena del cuello ya no se le podía agrandar más. Llevo más de 20 años haciendo información sobre seguridad y terrorismo, pero hacía muchos años que no veía tanta inyección de sangre en ojos de manifestantes. No eran todos, ni mucho menos, pero algunos daban miedo. Muchos estaban fuera de sí. «Os vamos a quemar como en el 36», gritaban a los jóvenes de la JMJ. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
En el esquinazo de la polémica no habría más de un centenar de peregrinos. No era para nada una contramanifestación. No ocupaban la zona por la que tenía que atravesar la marcha laica. Esos peregrinos eran extranjeros. Allí había italianos, belgas, australianos, franceses, italianos, egipcios… Y algún español, sobre todo voluntarios. La media de edad, menos de 18 años. Que nadie me lo cuenta, que estaba allí y lo vi en primera persona.
El Ministerio del Interior ya estaba avisado de que era una zona de riesgo, que no era recomendable autorizar esa marcha y menos por ese recorrido. Los informes apuntaban a que podía haber una importante infiltración de radicales en la manifestación de laicos.
Porque, eso sí, el grupo de radicales, violentos, que se comportaron como energúmenos, no superaría el millar en una marcha que congregó a varios miles de asistentes. La visceralidad de los ataques de esos radicales fue intensa. Poco a poco fueron tomando la Puerta del Sol. Bordearon el cordón policial por derecha y por izquierda. La siguiente maniobra, ante la inicial pasividad de los agentes, fue rodear a los pequeños grupos de peregrinos y, mediante empujones, gritos, insultos y patadas, sacarlos de la plaza. También tuve que sufrir esos empujones y patadas. Peregrinos, periodistas… qué más les daba, la plaza tenía que ser suya. Sobrábamos los demás. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Primero actuaron contra un grupo de apenas media docena de australianos. Después les tocó a los franceses. Los italianos no se quedaron al margen. A los egipcios también les tocó.
Algunos peregrinos, veteranos, hacían frente a los insultos de los autodefinidos como indignados, que buscaban el cuerpo a cuerpo. Y así, al grito de «ésta es nuestra plaza», los radicales que participaron en la manifestación ocuparon de nuevo la Puerta del Sol. Durante estas maniobras de desalojo de peregrinos la pasividad policial fue total. No pude evitarlo. Ya al cuarto incidente de acoso, hostigamiento y empujones contra peregrinos me acerqué a los policías, que permanecían en los alrededores del edificio de la Comunidad de Madrid, para advertir de que la situación estaba tomando un sesgo extremadamente peligroso. Silencio. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Una vez expulsados de la plaza, los radicales dirigieron sus esfuerzos a controlar el Metro. Por allí salían decenas de jóvenes peregrinos que se dirigían a cenar. No menos de 500 personas se concentraron en la puerta del suburbano. Allí se montó la mundial. Este grupo, de nuevo incontrolado, comenzó a arremeter contra todos los peregrinos. Insultos, coacciones (ya sabéis, eso de gritarte a la cara a menos de 15 centímetros), escupitajos… La escena era dantesca. Auténticos cafres lanzando gritos y amenazas a los jóvenes (por cierto, la mayoría mujeres) que salían del Metro.
Vi mucho pánico en los ojos de los peregrinos y vi a muchas, digo bien, a muchas que al ver el espectáculo rompieron a llorar de puro miedo. Aún tardó la Policía en llegar a la zona. Abrió un pasillo para que los peregrinos salieran de Sol. Los radicales eran los dueños del kilómetro 0. Se envalentonaron más y arremetieron contra la Policía. Y un radical con numerosos antecedentes dio el pistoletazo de salida a los incidentes.
Una botella contra los agentes y la Policía cargó. Antes, las mochilas naranjas, los crucifijos y hasta los alzacuellos eran una «provocación» para esos radicales. «Es que nos están provocando», «es que están rezando», se justificaba uno de los empujadores profesionales. Y se me ocurrió preguntar por qué les provocaban. «Porque están aquí, porque existen, porque les vamos a prender fuego otra vez, como en el 36». Madrid era hasta ahora una ciudad donde cabían todos los pensamientos. En Sol, eso se acabó."
http://padreteo.wordpress.com/2011/08/1 ... no-en-sol/" onclick="window.open(this.href);return false;
Inicialmente el despliegue policial era discreto, quizá demasiado. Apenas una veintena de agentes de las Unidades de Intervención Policial acompañaba a la cabecera de la manifestación. Y, como era de esperar, el punto caliente fue Sol, con la llegada de los manifestantes al cruce con la calle Carretas. La Policía había abierto un pasillo de anchura suficiente para que la manifestación atravesara la zona. Fue allí donde los más radicales de la manifestación y los peregrinos cruzaron gritos: «Pederastas», «nazis» e «hijos de puta» era contestado por los pocos jóvenes que había en la zona con gritos a favor del Papa. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
La Policía puso un leve cordón de separación en esa esquina, pero poco más. Y los manifestantes iban ganando metros. Su intención era clara. Los más radicales querían tomar la plaza. «Esta es nuestra plaza» y gritos de «fuera, fuera; menos rezar y más follar». El tono fue adquiriendo un aire amenazador tremendo. Las caras de los radicales estaban completamente desencajadas, fuera de sí. Había a quien la vena del cuello ya no se le podía agrandar más. Llevo más de 20 años haciendo información sobre seguridad y terrorismo, pero hacía muchos años que no veía tanta inyección de sangre en ojos de manifestantes. No eran todos, ni mucho menos, pero algunos daban miedo. Muchos estaban fuera de sí. «Os vamos a quemar como en el 36», gritaban a los jóvenes de la JMJ. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
En el esquinazo de la polémica no habría más de un centenar de peregrinos. No era para nada una contramanifestación. No ocupaban la zona por la que tenía que atravesar la marcha laica. Esos peregrinos eran extranjeros. Allí había italianos, belgas, australianos, franceses, italianos, egipcios… Y algún español, sobre todo voluntarios. La media de edad, menos de 18 años. Que nadie me lo cuenta, que estaba allí y lo vi en primera persona.
El Ministerio del Interior ya estaba avisado de que era una zona de riesgo, que no era recomendable autorizar esa marcha y menos por ese recorrido. Los informes apuntaban a que podía haber una importante infiltración de radicales en la manifestación de laicos.
Porque, eso sí, el grupo de radicales, violentos, que se comportaron como energúmenos, no superaría el millar en una marcha que congregó a varios miles de asistentes. La visceralidad de los ataques de esos radicales fue intensa. Poco a poco fueron tomando la Puerta del Sol. Bordearon el cordón policial por derecha y por izquierda. La siguiente maniobra, ante la inicial pasividad de los agentes, fue rodear a los pequeños grupos de peregrinos y, mediante empujones, gritos, insultos y patadas, sacarlos de la plaza. También tuve que sufrir esos empujones y patadas. Peregrinos, periodistas… qué más les daba, la plaza tenía que ser suya. Sobrábamos los demás. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Primero actuaron contra un grupo de apenas media docena de australianos. Después les tocó a los franceses. Los italianos no se quedaron al margen. A los egipcios también les tocó.
Algunos peregrinos, veteranos, hacían frente a los insultos de los autodefinidos como indignados, que buscaban el cuerpo a cuerpo. Y así, al grito de «ésta es nuestra plaza», los radicales que participaron en la manifestación ocuparon de nuevo la Puerta del Sol. Durante estas maniobras de desalojo de peregrinos la pasividad policial fue total. No pude evitarlo. Ya al cuarto incidente de acoso, hostigamiento y empujones contra peregrinos me acerqué a los policías, que permanecían en los alrededores del edificio de la Comunidad de Madrid, para advertir de que la situación estaba tomando un sesgo extremadamente peligroso. Silencio. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Una vez expulsados de la plaza, los radicales dirigieron sus esfuerzos a controlar el Metro. Por allí salían decenas de jóvenes peregrinos que se dirigían a cenar. No menos de 500 personas se concentraron en la puerta del suburbano. Allí se montó la mundial. Este grupo, de nuevo incontrolado, comenzó a arremeter contra todos los peregrinos. Insultos, coacciones (ya sabéis, eso de gritarte a la cara a menos de 15 centímetros), escupitajos… La escena era dantesca. Auténticos cafres lanzando gritos y amenazas a los jóvenes (por cierto, la mayoría mujeres) que salían del Metro.
Vi mucho pánico en los ojos de los peregrinos y vi a muchas, digo bien, a muchas que al ver el espectáculo rompieron a llorar de puro miedo. Aún tardó la Policía en llegar a la zona. Abrió un pasillo para que los peregrinos salieran de Sol. Los radicales eran los dueños del kilómetro 0. Se envalentonaron más y arremetieron contra la Policía. Y un radical con numerosos antecedentes dio el pistoletazo de salida a los incidentes.
Una botella contra los agentes y la Policía cargó. Antes, las mochilas naranjas, los crucifijos y hasta los alzacuellos eran una «provocación» para esos radicales. «Es que nos están provocando», «es que están rezando», se justificaba uno de los empujadores profesionales. Y se me ocurrió preguntar por qué les provocaban. «Porque están aquí, porque existen, porque les vamos a prender fuego otra vez, como en el 36». Madrid era hasta ahora una ciudad donde cabían todos los pensamientos. En Sol, eso se acabó."
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- bukowski
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Cierto es que tu "escepticismo" tan particular es mucho mas cómodo: que cada uno diga y piense lo que quiera por muy descabellado que sea ya que tooodo puede ser posible y toda opinión es válida por muchas gilipolleces que contenga, y mientras que el estado y la iglesia me mangoneen como les de la gana ¿Que la gente protesta por la situación política? nah, unos perroflautas quejicas, ya se les pasará.RomaSanta escribió:SWAMI escribió:No, porque la violación del supuesto estado aconfesional sigue ahí y serguirá cometiéndose. Sólo cuando consigamos un estado verdaderamente aconfesional o laico, sin injerencia sobre el estado de ninguna doctrina/patraña religiosa basada en el pensamiento mágico, será cuando respiremos tranquilos.RomaSanta escribió:Los de la JMJ han ahuecado el ala y ahora podeis los ateos respirar tranquilos.
Vaya por Dios. Lo de ser ateo debe ser un sinvivir.
Todo el mundo debería creer en algo... yo creo que me tomaré otra copa .
- bukowski
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Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
Desde luego sacas unas fuentes del todo imparciales ¿Eh?RomaSanta escribió:"Cuando tengo que ocuparme de informar sobre manifestaciones acudo con mucha antelación para empaparme del ambiente. El miércoles no fue una excepción. Cogí el Metro. Y vi un Metro tomado por jóvenes, muy jóvenes. Y vi un ambiente festivo, desde Cibeles hasta Sol. Madrid era peregrino y multicolor. Pasé por el kilómetro 0 y vi una plaza repleta de peregrinos-turistas. Y me acerqué hasta Tirso de Molina, lugar de donde arrancaba la manifestación laica, anti Papa y, por lo que se vio, anti peregrinos.
Inicialmente el despliegue policial era discreto, quizá demasiado. Apenas una veintena de agentes de las Unidades de Intervención Policial acompañaba a la cabecera de la manifestación. Y, como era de esperar, el punto caliente fue Sol, con la llegada de los manifestantes al cruce con la calle Carretas. La Policía había abierto un pasillo de anchura suficiente para que la manifestación atravesara la zona. Fue allí donde los más radicales de la manifestación y los peregrinos cruzaron gritos: «Pederastas», «nazis» e «hijos de puta» era contestado por los pocos jóvenes que había en la zona con gritos a favor del Papa. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
La Policía puso un leve cordón de separación en esa esquina, pero poco más. Y los manifestantes iban ganando metros. Su intención era clara. Los más radicales querían tomar la plaza. «Esta es nuestra plaza» y gritos de «fuera, fuera; menos rezar y más follar». El tono fue adquiriendo un aire amenazador tremendo. Las caras de los radicales estaban completamente desencajadas, fuera de sí. Había a quien la vena del cuello ya no se le podía agrandar más. Llevo más de 20 años haciendo información sobre seguridad y terrorismo, pero hacía muchos años que no veía tanta inyección de sangre en ojos de manifestantes. No eran todos, ni mucho menos, pero algunos daban miedo. Muchos estaban fuera de sí. «Os vamos a quemar como en el 36», gritaban a los jóvenes de la JMJ. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
En el esquinazo de la polémica no habría más de un centenar de peregrinos. No era para nada una contramanifestación. No ocupaban la zona por la que tenía que atravesar la marcha laica. Esos peregrinos eran extranjeros. Allí había italianos, belgas, australianos, franceses, italianos, egipcios… Y algún español, sobre todo voluntarios. La media de edad, menos de 18 años. Que nadie me lo cuenta, que estaba allí y lo vi en primera persona.
El Ministerio del Interior ya estaba avisado de que era una zona de riesgo, que no era recomendable autorizar esa marcha y menos por ese recorrido. Los informes apuntaban a que podía haber una importante infiltración de radicales en la manifestación de laicos.
Porque, eso sí, el grupo de radicales, violentos, que se comportaron como energúmenos, no superaría el millar en una marcha que congregó a varios miles de asistentes. La visceralidad de los ataques de esos radicales fue intensa. Poco a poco fueron tomando la Puerta del Sol. Bordearon el cordón policial por derecha y por izquierda. La siguiente maniobra, ante la inicial pasividad de los agentes, fue rodear a los pequeños grupos de peregrinos y, mediante empujones, gritos, insultos y patadas, sacarlos de la plaza. También tuve que sufrir esos empujones y patadas. Peregrinos, periodistas… qué más les daba, la plaza tenía que ser suya. Sobrábamos los demás. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Primero actuaron contra un grupo de apenas media docena de australianos. Después les tocó a los franceses. Los italianos no se quedaron al margen. A los egipcios también les tocó.
Algunos peregrinos, veteranos, hacían frente a los insultos de los autodefinidos como indignados, que buscaban el cuerpo a cuerpo. Y así, al grito de «ésta es nuestra plaza», los radicales que participaron en la manifestación ocuparon de nuevo la Puerta del Sol. Durante estas maniobras de desalojo de peregrinos la pasividad policial fue total. No pude evitarlo. Ya al cuarto incidente de acoso, hostigamiento y empujones contra peregrinos me acerqué a los policías, que permanecían en los alrededores del edificio de la Comunidad de Madrid, para advertir de que la situación estaba tomando un sesgo extremadamente peligroso. Silencio. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Una vez expulsados de la plaza, los radicales dirigieron sus esfuerzos a controlar el Metro. Por allí salían decenas de jóvenes peregrinos que se dirigían a cenar. No menos de 500 personas se concentraron en la puerta del suburbano. Allí se montó la mundial. Este grupo, de nuevo incontrolado, comenzó a arremeter contra todos los peregrinos. Insultos, coacciones (ya sabéis, eso de gritarte a la cara a menos de 15 centímetros), escupitajos… La escena era dantesca. Auténticos cafres lanzando gritos y amenazas a los jóvenes (por cierto, la mayoría mujeres) que salían del Metro.
Vi mucho pánico en los ojos de los peregrinos y vi a muchas, digo bien, a muchas que al ver el espectáculo rompieron a llorar de puro miedo. Aún tardó la Policía en llegar a la zona. Abrió un pasillo para que los peregrinos salieran de Sol. Los radicales eran los dueños del kilómetro 0. Se envalentonaron más y arremetieron contra la Policía. Y un radical con numerosos antecedentes dio el pistoletazo de salida a los incidentes.
Una botella contra los agentes y la Policía cargó. Antes, las mochilas naranjas, los crucifijos y hasta los alzacuellos eran una «provocación» para esos radicales. «Es que nos están provocando», «es que están rezando», se justificaba uno de los empujadores profesionales. Y se me ocurrió preguntar por qué les provocaban. «Porque están aquí, porque existen, porque les vamos a prender fuego otra vez, como en el 36». Madrid era hasta ahora una ciudad donde cabían todos los pensamientos. En Sol, eso se acabó."
http://padreteo.wordpress.com/2011/08/1 ... no-en-sol/" onclick="window.open(this.href);return false;
Todo el mundo debería creer en algo... yo creo que me tomaré otra copa .
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
bukowski escribió:Cierto es que tu "escepticismo" tan particular es mucho mas cómodo: que cada uno diga y piense lo que quiera por muy descabellado que sea ya que tooodo puede ser posible y toda opinión es válida por muchas gilipolleces que contenga, y mientras que el estado y la iglesia me mangoneen como les de la gana ¿Que la gente protesta por la situación política? nah, unos perroflautas quejicas, ya se les pasará.RomaSanta escribió:SWAMI escribió:No, porque la violación del supuesto estado aconfesional sigue ahí y serguirá cometiéndose. Sólo cuando consigamos un estado verdaderamente aconfesional o laico, sin injerencia sobre el estado de ninguna doctrina/patraña religiosa basada en el pensamiento mágico, será cuando respiremos tranquilos.RomaSanta escribió:Los de la JMJ han ahuecado el ala y ahora podeis los ateos respirar tranquilos.
Vaya por Dios. Lo de ser ateo debe ser un sinvivir.
Yo no os llamo perroflautas. Soy mucho más tolerante que todo eso. En cualquier caso soy consciente de que todo este asunto está muy mediatizado. Personalmente pienso que los indignados no deberían de haberla tomado con los peregrinos, la mayoría de ellos extranjeros. Estas no son maneras, digo yo.
Re: Dos mil amargados no pueden con millón y medio de alegre
bukowski escribió:Desde luego sacas unas fuentes del todo imparciales ¿Eh?RomaSanta escribió:"Cuando tengo que ocuparme de informar sobre manifestaciones acudo con mucha antelación para empaparme del ambiente. El miércoles no fue una excepción. Cogí el Metro. Y vi un Metro tomado por jóvenes, muy jóvenes. Y vi un ambiente festivo, desde Cibeles hasta Sol. Madrid era peregrino y multicolor. Pasé por el kilómetro 0 y vi una plaza repleta de peregrinos-turistas. Y me acerqué hasta Tirso de Molina, lugar de donde arrancaba la manifestación laica, anti Papa y, por lo que se vio, anti peregrinos.
Inicialmente el despliegue policial era discreto, quizá demasiado. Apenas una veintena de agentes de las Unidades de Intervención Policial acompañaba a la cabecera de la manifestación. Y, como era de esperar, el punto caliente fue Sol, con la llegada de los manifestantes al cruce con la calle Carretas. La Policía había abierto un pasillo de anchura suficiente para que la manifestación atravesara la zona. Fue allí donde los más radicales de la manifestación y los peregrinos cruzaron gritos: «Pederastas», «nazis» e «hijos de puta» era contestado por los pocos jóvenes que había en la zona con gritos a favor del Papa. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
La Policía puso un leve cordón de separación en esa esquina, pero poco más. Y los manifestantes iban ganando metros. Su intención era clara. Los más radicales querían tomar la plaza. «Esta es nuestra plaza» y gritos de «fuera, fuera; menos rezar y más follar». El tono fue adquiriendo un aire amenazador tremendo. Las caras de los radicales estaban completamente desencajadas, fuera de sí. Había a quien la vena del cuello ya no se le podía agrandar más. Llevo más de 20 años haciendo información sobre seguridad y terrorismo, pero hacía muchos años que no veía tanta inyección de sangre en ojos de manifestantes. No eran todos, ni mucho menos, pero algunos daban miedo. Muchos estaban fuera de sí. «Os vamos a quemar como en el 36», gritaban a los jóvenes de la JMJ. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
En el esquinazo de la polémica no habría más de un centenar de peregrinos. No era para nada una contramanifestación. No ocupaban la zona por la que tenía que atravesar la marcha laica. Esos peregrinos eran extranjeros. Allí había italianos, belgas, australianos, franceses, italianos, egipcios… Y algún español, sobre todo voluntarios. La media de edad, menos de 18 años. Que nadie me lo cuenta, que estaba allí y lo vi en primera persona.
El Ministerio del Interior ya estaba avisado de que era una zona de riesgo, que no era recomendable autorizar esa marcha y menos por ese recorrido. Los informes apuntaban a que podía haber una importante infiltración de radicales en la manifestación de laicos.
Porque, eso sí, el grupo de radicales, violentos, que se comportaron como energúmenos, no superaría el millar en una marcha que congregó a varios miles de asistentes. La visceralidad de los ataques de esos radicales fue intensa. Poco a poco fueron tomando la Puerta del Sol. Bordearon el cordón policial por derecha y por izquierda. La siguiente maniobra, ante la inicial pasividad de los agentes, fue rodear a los pequeños grupos de peregrinos y, mediante empujones, gritos, insultos y patadas, sacarlos de la plaza. También tuve que sufrir esos empujones y patadas. Peregrinos, periodistas… qué más les daba, la plaza tenía que ser suya. Sobrábamos los demás. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Primero actuaron contra un grupo de apenas media docena de australianos. Después les tocó a los franceses. Los italianos no se quedaron al margen. A los egipcios también les tocó.
Algunos peregrinos, veteranos, hacían frente a los insultos de los autodefinidos como indignados, que buscaban el cuerpo a cuerpo. Y así, al grito de «ésta es nuestra plaza», los radicales que participaron en la manifestación ocuparon de nuevo la Puerta del Sol. Durante estas maniobras de desalojo de peregrinos la pasividad policial fue total. No pude evitarlo. Ya al cuarto incidente de acoso, hostigamiento y empujones contra peregrinos me acerqué a los policías, que permanecían en los alrededores del edificio de la Comunidad de Madrid, para advertir de que la situación estaba tomando un sesgo extremadamente peligroso. Silencio. Que nadie me lo cuenta, que yo estaba allí.
Una vez expulsados de la plaza, los radicales dirigieron sus esfuerzos a controlar el Metro. Por allí salían decenas de jóvenes peregrinos que se dirigían a cenar. No menos de 500 personas se concentraron en la puerta del suburbano. Allí se montó la mundial. Este grupo, de nuevo incontrolado, comenzó a arremeter contra todos los peregrinos. Insultos, coacciones (ya sabéis, eso de gritarte a la cara a menos de 15 centímetros), escupitajos… La escena era dantesca. Auténticos cafres lanzando gritos y amenazas a los jóvenes (por cierto, la mayoría mujeres) que salían del Metro.
Vi mucho pánico en los ojos de los peregrinos y vi a muchas, digo bien, a muchas que al ver el espectáculo rompieron a llorar de puro miedo. Aún tardó la Policía en llegar a la zona. Abrió un pasillo para que los peregrinos salieran de Sol. Los radicales eran los dueños del kilómetro 0. Se envalentonaron más y arremetieron contra la Policía. Y un radical con numerosos antecedentes dio el pistoletazo de salida a los incidentes.
Una botella contra los agentes y la Policía cargó. Antes, las mochilas naranjas, los crucifijos y hasta los alzacuellos eran una «provocación» para esos radicales. «Es que nos están provocando», «es que están rezando», se justificaba uno de los empujadores profesionales. Y se me ocurrió preguntar por qué les provocaban. «Porque están aquí, porque existen, porque les vamos a prender fuego otra vez, como en el 36». Madrid era hasta ahora una ciudad donde cabían todos los pensamientos. En Sol, eso se acabó."
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Este es el conflicto visto desde la otra perspectiva. Os la dejo para que contrastéis.