Este 21 de octubre sería el fin del mundo
Pese a que la humanidad superó airosa las tremendas debacles anunciadas para fines del siglo XX, las predicciones apocalípticas persisten, quizás porque tienen más que ver con expectativas de cambios radicales y temores sociales ancestrales que con la credibilidad de los visionarios de turno. En otras palabras, el nombre de los profetas cambia y los vaticinios se reciclan. El pastor Harold Camping cosechó, a sus 89 años, una sólida reputación de pájaro de mal agüero al insistir por décadas en sus profecías. En los dos últimos años pregonó, con más fuerza que nunca, que el fin de la vida en el planeta Tierra "verdaderamente" iba a comenzar el pasado 21 de mayo, cuando un violento terremoto marcaría el inicio de la cuenta regresiva.
Aquel día, sus fieles, casi todos escuchas de su canal Radio Family, con sede en Oakland, California, EE.UU., pero con repetidoras en los cinco continentes, iban a ser salvados: creer en la palabra de Camping sería suficiente para que Jesús arrebatara el cuerpo de los elegidos en la última ceremonia de ascensión a los Cielos. Los no creyentes, por su parte, pagarían caro sus burlas viviendo un calvario de terror. El azote de un terremoto "y cinco meses de fuego, azufre y plagas" forzarían a los ateos, agnósticos y creyentes de otras confesiones a temblar de miedo por haber desestimado el oráculo matemático del profeta.
Evidentemente, no todo el mundo se asustó. Cientos de miles de "herejes" sin duda temblaron, pero de la risa. Sin embargo, en su revisión de la profecía, Camping respondió que el terremoto anunciado había sucedido de veras, aunque más bien fue un "terremoto espiritual". En suma, el que se estremeció fue el hombre, no la Tierra. "Una interpretación crítica de dos palabras ('terremoto' y 'rapto') es el único cambio requerido para entender por qué las personas sin salvación se hallan viviendo en un mundo que no ha sido horriblemente destruido, y los elegidos no han sido arrebatados para estar con Dios. Siempre hemos interpretado la palabra 'terremoto' como temblor o sacudida violenta de la tierra. Sin embargo, en la Biblia la palabra 'tierra' puede incluir personas y también al suelo", explicó en su sitio web y en entrevistas. "Toda la humanidad -pontificó-, fue sacudida por el temor".
Movimientos contestatarios estadounidenses rechazaron el diagnóstico con una creativa campaña propagandística. Ese mismo día grupos ateos diseminaron ropas "desprovistas de sus cuerpos ascendidos", otros hicieron una suelta de muñecas sexuales infladascon helio a modo de parodia del arrebatamiento cristiano y no faltaron los que aprovecharon el anuncio para celebrar la fiesta del fin de mundo.
El reconocimiento a sus presagios tampoco fue para descorchar champagne. La única distinción pública que recibió Camping fue el Premio Ig Nobel 2011 (el anti-nobel a la ignominia) "para enseñar al mundo que debemos tener cuidado al hacer suposiciones matemáticas". El pastor no asistió a la entrega del premio, que compartió con Dorothy Martin (quien predijo el fin del mundo en 1954), Pat Robertson (en 1982), Elizabeth Clare Prophet (en 1990), Lee Jang Rim (en 1992) y Credonia Mwerinde (en 1999). Sus aportes en el campo de las predicciones matemáticas quedaron claros; en rigor ya lo estaban, ya que Camping siempre fue un religioso, aunque pretendiese legitimar su cálculos con un título de numerólogo.
Como sea, el profeta terminó por aceptar que los salvos no fueron raptados ese día. "El arrebato de todos los elegidos significó que ya no habría más actividad de salvación de parte de Dios en ningún lugar del mundo. Todos y cada uno de los verdaderos creyentes ya están seguros eternamente con Dios en el cielo", una gracia que incluye a aquellos que siguen suplicando la misericordia divina. Para Camping, el "pavor" que habría desatado su profecía fue un dulce aperitivo previo a los hechos por venir. Porque la ira de Dios no se detendrá. "Hemos aprendido -escribió- que el mundo entero, todos los seres humanos, con excepción de aquellos individuos que al presente son salvos (los elegidos), se encuentran bajo el juicio de Dios, y serán aniquilados completamente junto al mundo físico en su totalidad el 21 de octubre del 2011."
CUANDO LAS PROFECÍAS FALLAN
En los años 50, los psicólogos León Festinger, Henry Riecken y Stanley Schachter, en una obra titulada When Profecy Fails (1956), propusieron una teoría conocida como "disonancia cognitiva". Su intención era determinar qué sucedía en un grupo religioso cuando el vaticinio en el que iba la confianza a un líder fracasaba. Así, entraron a observar a un pequeño grupo apocalíptico liderado, precisamente, por Dorothy Martin. Ella dijo que unos seres del planeta Clarión le avisaron que una ciudad iba a ser arrasada el 21 de Diciembre de 1954 por una inundación. Si los miembros permanecían reunidos el día señalado, iban a ser rescatados por un plato volador. Para los estudiosos, los integrantes más comprometidos con esa convicción iban a multiplicar su adhesión aunque el fracaso de la profecía fuese rotundo. Los menos comprometidos se iban a desilusionar y, tal vez, alejarse de Martin o de sus creencias. Cuando el día llegó, los fieles que vivían en otra ciudad desertaron del grupo. No así los que permanecieron junto a Martin.
Para Festinger, los creyentes tenían delante de sus ojos varias alternativas. Podían abandonar su fe, buscar trucos mentales para seguir apoyando la creencia y reducir la disonancia o "ignorar las condiciones de la disonancia". ¿Qué significa esto? "La actitud de compromiso hacia el sistema de creencias es tan fuerte que casi ninguna otra acción es preferible. Puede ser menos doloroso tolerar la disonancia que desechar la creencia y admitir que uno ha estado equivocado", explicaron. Es decir, no importa cuán largo sea el salto entre la expectativa y la realidad que el creyente va a cerrar los ojos ante las evidencias de que sus creencias están erradas. Esta disonancia se puede superar con las mil y una justificaciones: que la fecha profetizada en realidad es otra, que nadie está libre de error (a diferencia de la divinidad) o que ese día el profeta caminó por la vereda de la sombra. Estas racionalizaciones, según Festinger y sus colegas, pueden mejorar con el apoyo de otras personas que están bajo las mismas presiones. El antropólogo de la religión Alejandro Frigerio no simpatiza mucho con esta teoría. Para él, la disonancia cognitiva menosprecia la plasticidad de los sistemas de creencias. Ya que éstos "a) siempre permiten elaborar algún contra argumento o justificación o b) minimiza la inventiva de la gente a jugar con estos sistemas -que nunca están tan sistematizados". Por otro lado, dice, "si yo creo en el principio más general de una voluntad divina puedo aceptar sin disonancia tanto la idea de que ésta quiera acabar con la humanidad o que después nos quiera dar otra oportunidad". Para Frigerio, estos principios hacen que las reinterpretaciones no resulten tan contradictorias como pueden parecer.
Cuando Camping enfrentó a la prensa, los cronistas fueron más piadosos que él cuando lanzó promesas de tormentos inenarrables para los no creyentes. El profeta se negó a aceptar que su treta consiste en cambiar las fechas. No se detuvo a explicar el caos que reinó en la vida de sus seguidores, muchos de los cuales renunciaron a sus empleos y vendieron todas sus pertenencias, sin contar casos más graves, como la madre que estuvo por matar a sus dos hijos o la niña rusa que se quitó la vida. "Sólo soy un humilde maestro de la Biblia", contestó a un periodista que indagó en sus sentimientos de responsabilidad. Sobre el dinero de los donantes, no fue en absoluto retórico: "¿Por qué lo deberíamos devolver? Ha sido dado para presentar el Evangelio. Lo estamos gastando tan sabiamente como sea posible. Nosotros, en Family Radio, nunca le decimos a nadie lo que debe hacer con sus posesiones. Eso es totalmente entre ellos y Dios". Dijo, además, que "se lo están gastando todo" en publicitar el acontecimiento del viernes (aunque casi no hay actividad proselitista en comparación a la desplegada antes del 21 de Mayo). En la ronda de profecías que han jalonado su carrera, Harold Camping siempre se las arregló para resignificar sus dichos con oportunas "correcciones a posteriori".
¿Cabe alguna duda sobre lo que sucederá el 21 de octubre? Prácticamente no, aunque si el viernes explota un calefón o un manual de Física cae de una estantería, allí estarán Camping y los suyos buscando cómo acomodar el accidente a la profecía. Nuestro profeta tiene la misma capacidad de anticipar el futuro que cualquiera de los miles de visionarios que lo antecedieron. Primero predijo el fin del mundo para el 21 de mayo de 1988. Cuando esa fecha falló, publicó una obra titulada ¿1994? donde afirmó que, según sus cálculos, la historia iba a terminar el 6 de septiembre del 1994.
Las dos últimas profecías de su repertorio -que situó entre mayo y octubre de 2011-, son las terceras. En suma, la visión que se completa el viernes 21 es la vencida.
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Sobre las consecuencias de la fallida profecía del pasado 21 de Mayo:
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