Ante todo te pido disculpas por no poderme expresar en español en esta área al mismo nivel de comunicación que poseo en esta área en inglés. Es actualmente mi área de especialización y muy específica a la sicología de “familias en transición” y con la meta de reducir al máximo el impacto negativo que la separación y el divorcio tienen en los menores.Sunami escribió:¿Y cómo se puede gestionar la falta de una función cerebral en esa clase de pacientes? ¿Con lo extraño que es que tal personalidad coincida con la faceta de racionalidad estricta, cómo se les gestiona? ¿Acaso serviría razonar con ellos?Quest of knowledge escribió: Esa es la clave: El entorno. Tengo clientes que no sienten empatía. Uno de ellos es sumamente inteligente y comprende de alguna forma lo que es el amor y la empatía, pero no lo siente. Fue rechazado emocionalmente por su madre desde su nacimiento quien también usó a mi cliente como herramienta emocional contra su padre.
Ese cliente intenta desarrollar un comportamiento parecido al de las personas que sienten empatía aunque él no la siente. Lo hace porque es culto e inteligente y comprende los beneficios de ese sentimiento para el individuo, su familia, y la sociedad.
Tengo otro cliente que es sicópata y que padece de paranoia. Es dañino y piensa ...
La historia del segundo fue en principio similar a la del primero, pero el segundo carece de estudios.
Yo siento empatía perfectamente y ésta no es el motor de toma de mis decisiones (por lo menos, en las conscientes), pero viendo la nulidad de rigor racional en la mayoría de la gente, ¿de qué se podría servir un psicólogo con casos semejantes? (No digo que sean inútiles, pero me pregunto sobre los medios de los que disponéis para afrontar esas circunstancias)
Curiosidad.
El caso que referí del cliente que carece de la capacidad de reconocer en sí mismo la empatía y otros sentimientos, presentó un número y tipo de retos únicos para mí. Por otro lado, su capacidad de comprender los beneficios que tiene mostrar amor a sus hijos, para sus hijos, para él mismo, y para la sociedad en general, hicieron el caso más fácil de tratar.
Siempre que sea posible es más beneficioso para el menor tener contacto con el padre y con la madre aunque a veces sea necesario imponer condiciones o “controles”.
En este caso solo hizo falta “programar” al cliente a modo de ordenador para que su comportamiento sea apropiado aunque sus emociones al respecto no sean como el de las personas “normales”.
El caso del sicópata que no quiere aceptar su responsabilidad como padre en demostrar un cierto comportamiento (behaviour) ante sus hijas para beneficio de sus hijas, es triste pero fácil de discernir. En este caso era obvio que él se jactaba intimidando a sus hijas y que solo quería contacto con ellas para ejercer un cierto nivel de control sobre la vida de su ex esposa, y para imponerle inconveniencias a su ex esposa.
En este caso, decidí recomendar entre otras cosas que no existiera contacto alguno entre el padre y las hijas, y el juez asentó y convirtió mis recomendaciones en orden judicial.