Se llama Silverio Nieto Núñez. Don Silverio en su círculo más íntimo. Es sacerdote desde 1999, cuando se ordenó a los 51 años. Una vocación tardía que le sobrevino tras el fallecimiento de su madre. Antes de ponerse los hábitos fue marino mercante, radiotelegrafista, policía, juez por oposición y magistrado, profesor de Derecho Canónico, asesor jurídico y fontanero del espionaje vaticano. Una biografía más propia de un aventurero romántico del XIX que de un religioso que puede ser ordenado obispo de la Diócesis de Madrid.
Pero, a pesar de todos esos antecedentes y méritos profesionales, Don Silverio es una persona a la que le gusta situarse en un segundo plano. De las que prefieren moverse entre bambalinas y huyen de la publicidad. Es un gran desconocido para la opinión pública española. Muy pocos saben que este sacerdote aglutina un gran poder e influencia en el seno de la Iglesia y en los despachos del Ministerio del Interior. Don Silverio es el confesor personal del mismísimo ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y director jurídico de la Conferencia Episcopal. Además, en la Policía lo señalan como el fontanero de los servicios secretos del Vaticano en España.
Esa condición de enlace del Vaticano le facilita un relevante protagonismo porque el espionaje de la Iglesia, conocido como La Entidad o Pro Deo (Por Dios), es sin duda alguna uno de los más preparados y eficaces de Occidente. Así lo destaca Manuel Rey, el que fuera hombre de confianza de Emilio Alonso Manglano en el desaparecido CESID: "Disponen del mayor despliegue, que ni la CIA ni la antigua KGB han tenido jamás, con un potencial agente secreto en cada lugar en donde haya un sacerdote o un diácono".
El paso de Silverio Nieto por la Brigada de Información de la Policía, cuando era uno de sus agentes en los años setenta, en la época dura de la sede franquista de la Puerta del Sol, le ha proporcionado la suficiente experiencia como para moverse en tan proceloso mundo de los servicios secretos.
Este extremeño, nacido en Almendralejo en 1947, ciudad de la que es hijo predilecto, unas veces ha cogido el crucifijo y otras ha empuñado la espada, como aquellos épicos monjes de la Edad Media. En diciembre de 2010 fue nombrado por el entonces Papa Benedicto XVI consultor del Consejo Pontificio Cor Unum -"un solo corazón", en español-, dedicado a la acción caritativa de la Iglesia, cargo que le obliga a viajar a menudo al Vaticano.
Pero, a finales de 2011, tras la llegada de Mariano Rajoy a La Moncloa y el nombramiento de Jorge Fernández Díaz como titular del Ministerio del Interior, no sólo se convirtió en el confesor del ministro sino que intervino en la designación de la cúpula de la Policía, promocionando a comisarios vinculados al Opus Dei. Los sindicatos policiales, incluso, se atreven a mencionar algunos de los nombres y cargos promovidos por Don Silverio, actuales comisarios y excomisarios generales, así como Ignacio Ulloa Rubio, el anterior secretario de Estado de Seguridad, relevado de su cargo en enero de 2013.
La influencia y las estrechas relaciones del prelado de la Conferencia Episcopal con las Fuerzas de Seguridad han propiciado un movimiento interno para que Don Silverio sea nombrado comisario honorífico del Cuerpo Nacional de Policía, como antaño sucediera con Álvaro Lapuerta, el extesorero del Partido Popular. El prelado también fue candidato a ocupar el cargo de Arzobispo Castrense durante el mandato de José Antonio Alonso en el Ministerio de Defensa, pero la operación no cuajó. Habría sido la primera vez que un sacerdote ascendía a obispo con menos de ocho años de antigüedad en la Iglesia.
Cualificado ‘fontanero’ en Añastro
Don Silverio está considerado como uno de los fontaneros más cualificados de la calle Añastro, sede de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Nunca ha ocultado su ideología ultraconservadora y fuentes internas de la Iglesia lo sitúan en uno de los lobbies con más influencia y poder en la CEE, junto a Modesto Romero, secretario técnico de la Comisión Episcopal, y Juan Antonio Martínez Camino, el ya ex secretario general. Internamente, el clan era conocido como "el trío talibán".
Ese protagonismo sirvió para que en enero de 2011 fuera nombrado miembro de la Comisión de Acercamiento, presidida por monseñor Mario Marchesi, con el fin de investigar las denuncias de abusos sexuales contra Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo.
Silverio Nieto posee una de las biografías más espectaculares de los actuales miembros de la Conferencia Episcopal e, incluso, de los asesores del Vaticano. Su historial es el más variopinto y rico en experiencias. Inició su vida laboral como marino mercante hasta que, en 1968, la tripulación del barco en la que estaba enrolado quedó aislada varios meses en un puerto de Oriente Medio a causa del conflicto bélico árabe-israelí. A su regreso a España decidió alejarse del mar y presentarse a unas oposiciones al Cuerpo General de Policía, que fueron convocadas en noviembre de 1971 para cubrir 500 plazas.
Nieto Núñez obtuvo el puesto número 336 y los méritos para acceder a la Escuela General de Policía, según resolución de la Dirección General de Seguridad, publicado en el BOE el 1 de agosto de 1972. La orden llevaba la firma de Eduardo Blanco, el granítico director general de los últimos años del franquismo. Algunos de sus compañeros de promoción fueron luego importantes comisarios del Cuerpo como Miguel Angel Alonso, Baldomero Araujo Camblor, José Villarejo, Juan Manuel Rodríguez Zarco o Gabriel Fuentes.
Tras su paso por la Academia policial, el BOE publicaba en abril de 1973 su nombramiento como subinspector de segunda con el número de agente A12GO10633. Su primer destino fue la Comisaria del distrito de Ventas de donde pasó al puesto de radiotelegrafista de la oficina de Interpol en Madrid. De allí pegó el salto a la Brigada de Información en el edificio de la Puerta del Sol.
Una corta carrera de magistrado
Pero Silverio Nieto se cansó pronto de su entrega a la Seguridad del Estado y decidió dejar el Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Fue tal su hartazgo que su paso por el Cuerpo no figura en sus biografías oficiales. No así su siguiente actividad: la de juez. Ganó las oposiciones y fue trasladado al Juzgado de Cebreros. Tras varios destinos, recaló en la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). En ese destino, conoció al actual presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, de quien fue tutor en su periodo de prácticas judiciales.
Don Silverio se convirtió en un empollón del Derecho. Estudió esa carrera en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Pontificia Comillas de Salamanca donde se doctoró en Derecho Civil y Derecho Canónico en los años 1992 y 1999, respectivamente, mientras era magistrado en el TSJM. En 1997 comenzó la docencia en Comillas en la asignatura de Derecho Eclesiástico del Estado. Además aprovechó el poco tiempo que le quedaba por sus numerosas obligaciones para publicar una amplia bibliografía con títulos como "El modelo actual de cooperación entre el Estado y las confesiones religiosas" o "Derechos confesionales e integración de las confesiones religiosas".
No se conformó con la docencia en Comillas sino que comenzó también a colaborar como profesor extraordinario en la Universidad Católica San Antonio de Murcia y en la Facultad San Dámaso de Madrid. Además es vocal de la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia y académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Quienes trabajaron junto a Silverio Nieto en aquellos años, antes de convertirse en cura, lo señalan ya como una persona muy religiosa y entregado al cuidado de su madre: "Era una excelente persona y buen compañero, siempre entregado a la ayuda de los demás. La vocación del sacerdocio le rondó la cabeza durante años hasta que decidió dar el paso definitivo. Creo que esperó para no pegar el salto desde la Policía", comenta uno de sus excolegas.
Tras ordenarse sacerdote en 1999 colgó también la toga -sus otros hábitos- y se dedicó a la enseñanza y a las obras religiosas. El Real Decreto de 29 de diciembre de 2000 publicaba su situación administrativa de excedencia voluntaria en la Carrera Judicial. En ese momento ocupaba el cargo de magistrado de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
En mayo de 2006 alcanzó el culmen de su actividad profesional al ser nombrado director del Servicio Jurídico de la Conferencia Episcopal. Su cargo y su fotografía aparecen publicados en la web oficial de la CEE, en la que aglutina otras funciones como la de enlace de los servicios secretos del Vaticano, según fuentes policiales. Desde hace años el nombre de Don Silverio aparece así mismo en todas las quinielas como futuro obispo de la diócesis de Madrid.
Confesor y asesor del ministro
Con la llegada de Fernández Díaz a Interior el ex subinspector de segunda de los años de la Dictadura se convertía en Don Silverio, un hombre influyente en la gran casa de la Policía. Él y el titular del departamento se conocían desde hacía tiempo y estaban unidos por las mismas convicciones morales y políticas ultraconservadoras.
Además, a ambos les ligaba sus vocaciones religiosas tardías: si Don Silverio se había ordenado sacerdote en 1999 a los 51 años, Jorge Fernández Díaz se había encontrado con Dios en 1991 cuando ya había cumplido los 41 años, según suele contar el ministro sin tapujos a sus allegados. A partir de entonces, el político del PP se entregó a la religión convirtiéndose en un practicante integrista. Ingresó en la Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge, de la que es Caballero de la Gran Cruz de Mérito. Los preceptos de la Orden obligan a sus miembros a "cooperar con todos los medios para recuperar las prácticas de la vida cristiana".
El ministro, el segundo hijo de una familia de diez hermanos, también fue uno de los fundadores de la Asociación Familia y Dignidad Humana, de la que se convirtió en vocal en 2008.
El alto cargo del PP llegaba al Ministerio del Interior con la experiencia de haber sido gobernador civil en Asturias y Barcelona durante los últimos gobiernos centristas de Adolfo Suárez y Calvo Sotelo. Su aterrizaje en un departamento tan complicado como Interior no interrumpió sus hábitos religiosos. Desde su nombramiento, Jorge Fernández siempre ha encontrado un hueco para asistir a misa y comulgar, incluso, cuando se desplaza al extranjero, y él no lo oculta. En todo ese tiempo, ha contado con la colaboración de Don Silverio, que se ha convertido en su confesor áulico. En su particular Armand Jean du Plessis, que pasó a la historia como cardenal Richelieu.