La hechicería vista desde la amargura

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arrossinat
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La hechicería vista desde la amargura

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Memorias de un exorcista. Fortea: "Nunca he tenido miedo en un exorcismo"
Marina de la Cruz

A sus 40 años, la del padre José Antonio Fortea ha sido una vida llena de experiencias que a más de uno le costaría creer. Pero su último libro, Memorias de un exorcista, es más bien un retrato de la faceta menos conocida de su vida, mucho menos que la de reconocido exorcista: la de su trabajo sacerdotal. “Sé que la gente va a comprar el libro buscando historias del demonio, pero en realidad lo que cuenta es mi paso por el seminario, mi vida como párroco de un pequeño pueblo en el campo, mis experiencias como capellán en el Ejército...”, explica José Antonio Fortea mientras muestra su último libro.

“El título original del libro era Entre los libros y los demonios, que hace referencia a una de mis grandes pasiones, que es la literatura”, cuenta el sacerdote, apasionado también de la caligrafía artística, el paseo, el cine y las bandas sonoras. “Me encantan la suite de Forrest Gump, la de Pleasentville, la banda sonora de American Beauty, la de El Piano, la de Pleasentville.

Esta tarde, el padre José Antonio Fortea estará en la librería Bertrand, en el centro comercial Alcalá Magna, donde firmará a quien lo desee ejemplares de Memorias de un exorcista a partir de las 19.00 horas.

Más información sobre http://www.fortea.ws

Cuando José Antonio Fortea concluyó su tesina sobre el exorcismo, no tuvo más elección que dedicarle media vida. “Comenzaron a llegar casos, y yo no me encontraba con ánimos de decirles que se marcharan”, cuenta este sacerdote vecino de Alcalá, que hoy presenta su último libro. Dice que nunca ha pasado miedo, porque lo ve desde un punto de vista aséptico. Pero que ha tenido que darle muchas vueltas al tema para poder entenderlo.

– ¿Es cierto que es usted uno de los dos únicos exorcistas de España?
– Yo sólo soy un sacerdote que ora por la gente que viene a verme a la parroquia, por las personas que tienen influencias demoníacas. Y en España, sacerdotes dedicados a esto hay cinco, aunque en algunos lugares no quieran que se sepa.

– ¿Qué es una influencia demoníaca?
– Es un fenómeno por el cual demonios influyen en una persona, sin llegar a poseerla. Suelen influir en la mente, a veces en el cuerpo, pero por más que el sacerdote orara mucho rato, no llega a producirse nunca un estado en el que ellos pierdan la consciencia, el demonio los sacuda en el suelo y hable a través de ellos.

– ¿Todo eso puede llegar a ocurrir?
– Se puede llegar al punto de la posesión, en los pocos casos que eso sucede. No suele haber muchos. Sin embargo, hay quienes se han metido mucho en el esoterismo y han llegado a entregarse totalmente como médium a esas entidades. Hay personas que tras practicar esoterismo o santería durante meses o años quedan poseídos. La norma general es que sólo queda poseído el que se pone en peligro.

– ¿Recibe muchas peticiones de personas con influencias demoníacas?
– Muchas. Otra cosa es que los casos reales sean pocos. Me llama gente de todas partes. El goteo es continuo. Ahora hay más casos que antes, porque el esoterismo se ha extendido más. Allí donde reina la ley de Cristo, donde nadie mete su mano en el más allá, los casos son mínimos.

– ¿Cómo se distingue una influencia demoníaca?
– Es complicado si se tienen en cuenta todas las excepciones, las enfermedades y la complejidad de la mente. Pero el procedimiento es sencillo: alguien viene a verte, oras por él, y si empieza a notar que le duele el abdomen, le oprime la cabeza, tiene náuseas o empieza a escupir una baba densa, y cosas de ese tipo, es señal de que hay una influencia. (1 – Ver nota al pie)

– ¿Se puede confundir entonces con una enfermedad psíquica?
– Sí. Puede haber una enfermedad que les lleve a adoptar este tipo de reacciones, porque la enfermedad les lleva a adoptar un comportamiento histriónico.

– ¿Con qué síntomas llegan estas personas a verle?
– A la mayor parte les ocurren cosas muy raras, que les hacen pensar que hay algo espiritual de fondo. La otra cosa que les hace dudar es que muchas veces está en relación con haber ido a alguien que les hiciera una limpieza, o un conjuro para encontrar un novio o un trabajo... No son necesariamente personas creyentes. Vienen creyentes, ateos, musulmanes, budistas, ortodoxos y gente de todo tipo de creencias o de increencias.

– ¿Cómo se pasa de una influencia demoníaca a una posesión?
– Es habitual que la persona ha ido a un santero, o a una bruja para que le haga un rito, y que por la noche sienta presencias, o empiece a tener pesadillas horribles todas las noches, o tenga momentos en que entre en trance... Sucede aunque la persona haya sido muy escéptica.

– ¿Qué le parece la película de El Exorcista?
– La parte del sacerdote y del ritual está bien reflejada. Pero la parte de la posesa es como el catálogo de todo lo que puede suceder en miles de exorcismos, teniendo en cuenta que ni el color de los ojos ni de la cara cambian como en la película. Es cierto que en la literatura sobre el tema se refiere que ha habido levitaciones, pero ha habido una por cada miles de casos.

– ¿Las dudas que tiene el padre Karras también se producen?
– Entre los sacerdotes que se dedican a esto, no. Pero yo le he dado muchas vueltas, muchas, para poder explicarlo todo de un modo natural. Porque al escribir libros, al hablar con tantos psiquiatras y haber estado en congresos médicos, me he visto en la obligación de hacer de abogado del diablo, de intentar explicar todo esto sin tener en cuenta el espíritu. No tengo dudas, pero comprendo a aquellos que las tienen sin conocer este campo. Pero sabemos que hay algo que va más allá de la psicología de la persona. No es posible que determinadas enfermedades se curen sólo orando.

Diario de Alcalá, 15-11-08
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(1) NOTA PERSONAL: Ayer asistí al bautizo del hijo de un sobrino. No sé por qué lo hice (y en qué mala hora tomé tal decisión), puesto que desde que fui invitado ya tenía claro que debía poner una excusa y no acudir a presenciar ese ridículo y, al mismo tiempo, criminal acto.

Pues bien, confieso que –según los síntomas que describe el tío este del artículo– yo estuve ayer plenamente “endemoniado”: Me dolía el abdomen, me oprimía la cabeza, tenía náuseas, y, aunque no empecé a escupir ninguna baba densa, sí que me hubiera gustado escupir (un escupitajo normal) sobre aquel montaje insoportablemente indignante, inmoral, obsceno, y que debería estar totalmente prohibido por el Código Penal en cualquier país verdaderamente civilizado.

Por una parte, al ir presenciando toda esa serie de de ritos “mágicos” que han montado a lo largo del evento, y que me hacían sentir exactamente como si estuviera en medio de una tribu primitiva africana, papúa, polinésica, o de cualquier otra región ancestral, con el hechicero, revestido de exótico atuendo, practicando sus absurdos y ridículos conjuros y sus encantamientos.

Por otra parte, al ir escuchando las monstruosas falacias, mentiras y aberraciones que iba soltando el “hechicero” (ya que además nos tocó uno muy “inspirado” e insoportablemente agresivo y fundamentalista).

Y en tercer lugar (pero el más importante), al pensar que, con plena premeditación y alevosía, y aprovechándose de que la víctima no puede defenderse ni opinar, se atreven a apuntar al niño (como si lo hicieran socio del Club de Fútbol del Valencia, o de la Peña Taurina de José Tomás, o de la Asociación de Caza y Pesca, etc.) a una secta mafiosa (una auténtica mafia en realidad, y la más criminal que ha existido nunca) que le va a ir lavando el cerebro, adoctrinándolo, maleando su mente y anulando su racionalidad, hasta convertirlo en un esclavo robot, usando para ello toda suerte de técnicas psicológicas de alienación, infiltración malintencionada del concepto venenoso de “pecado”, amenazas de castigos de imaginarios dioses criminales, condenaciones en fuegos eternos, etc. ¡Y siempre sujeto a la OBEDIENCIA CIEGA a un señor que se proclama “vicario de Dios” que se autoproclama INFALIBLE (¡naturalmente!), y de otros sicarios delegados (¡”príncipes” de la Iglesia se llaman a sí mismos!), que sólo pretenden imponer a la fuerza su dominio sobre las mentes de todas las personas y sobre las instituciones políticas de las naciones en las que logran instalarse con cierto poder de influencia. ¡Ah, y sobre todo SIN POSIBILIDAD DE SALIRSE NUNCA, NUNCA DE LA SECTA! Para ello han recurrido hasta la Justicia civil, hasta el Tribunal Supremo, que, como está formado en su mayoría por adictos a la secta, ha fallado que uno no se puede borrar del registro en que lo inscribieron cuando era un recién nacido, sin contar con su voluntad. Así que ¡condenado a cadena perpetua católica en vida, y condenado al fuego del infierno por toda la eternidad después de muerto! ¡Maravilloso panorama!

En fin, que la jauría de los adictos de esa secta se hartan de bramar en contra del aborto porque dicen que es un “crimen” (¿un “crimen” eliminar unas cuantas células más o menos conformadas como posible proyecto futuro de persona, pero todavía NO PERSONA?) y, sin embargo, cometen sin recato el verdadero CRIMEN de asesinar desde la cuna la mente, la voluntad y la racionalidad del niño ya nacido, ¡ya PERSONA!, para manejarlo a su antojo como un esbirro más de su ejército “imperial”, conquistador de todo lo que se les ponga por delante, SIEMPRE QUE SUPONGA PODER, DOMINIO Y DINERO (y además sin reparos morales, porque para ellos está claro que “el fin justifica los medios”, ya que son poseedores de la VERDAD ABSOLUTA).

¡Todo un poema, vamos! ¡Y pensar que yo a mis hijos les hice eso mismo en su día porque estaba cegado todavía por la alienación de la que era víctima! ¡Si se pudiera volver atrás...!

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