1). El cepillado de dientes: Herr G. se levanta todos los días a las seis de la mañana. Tal insana costumbre al parecer tiene sus raíces en un suceso infantil que le causó un trauma que habría de perseguirle toda su vida: atropelló con su triciclo a seis patitos, y los mató. El número seis, pues, quedó indisolublemente ligado a su memoria, y asociado a la muerte, y no es nada extraño que también lo desplace al acto de despertar, una antítesis de la muerte (recordemos aquí que Morfeo y Tánatos son hermanos). G. coge el cepillo de dientes con la mano derecha, echa abundante dentífrico y se frota vigorosamente. Hasta para el observador menos entrenado resulta evidente el simbolismo: utiliza la mano derecha, que es la que también usa para los placeres solitarios, asiendo un cepillo de dientes, símbolo fálico donde los haya. La representación sexual se confirma con el uso del dentífrico blanco (la elección no es casual, teniendo en cuenta que hay dentífrico de colorines y hasta con rayitas y dibujitos), que sería un esperma simbólico. Así pues, G. realiza un simulacro de sexo oral homosexual, mostrando su tendencia latente y su fijación a la fase oral, probablemente causada por la insistencia de su madre, una campesina de los Sudetes, que de niño lo atiborraba de salchichas de Viena.
2). El desayuno. Herr G. desayuna invariablemente café con leche en un tazón y un rebanada de pan tostado. El tazón grande es una evidente alusión a los genitales femeninos, y en este caso nos tememos que específicamente a los de su madre. ¿Porqué esta relación incestuosa soterrada?. La respuesta está en un complejo de Edipo mal resuelto. La clave nos la proporciona la tostada. Está hecha en un panecillo alargado (otra vez el falo), en este caso representando la imago paterna. ¿Y qué hace G. con la tostada/padre? Atacarla simbólicamente con un cuchillo, y untarla de mantequilla. El elemento agresivo representado por el cuchillo se explica solo, pero el uso de la mantequilla es motivo de controversia. Jung sostenía que esta sustancia revelaba que las relaciones con su padre eran resbaladizas y frías, en cambio Weisenthal afirma rotundo que es un deseo inconfesable de G. de untar de mantequilla a su padre para comérselo, dejando así expedito el camino para la posesión de la madre, representada en este caso por el tazón. Esta teoría gana coherencia si observamos que G. siempre come la tostada antes de ir a por el café con leche.
3) En el trabajo. Herr G. trabaja de funcionario administrativo. Su función consiste en mirar con el ceño fruncido los papeles que le entrega el público, para estamparles un sello y mandarlos a otra ventanilla. Y aquí reaparece con toda su crudeza un tema recurrente: la masturbación. A nadie escapa que el acto de subir y bajar rítmicamente el sello es una representación sublimada del acto infame. Quizá su adicción a tan nociva práctica es lo que está llevando a su matrimonio al desastre, puesto que G. al parecer halla más excitante sellar papeles que realizar el coito con su esposa. En una especie de transferencia, la libido desplaza la energía sexual de su fin natural hacia la compulsión mecánica de la realización del movimiento de muñeca. Por otra parte, resulta notable su comportamiento a la hora de la comida. Siempre pide salchichas de Viena (otra vez la imagen materna), pero en vez de comerlas con pan como todo el mundo, las corta con un cuchillo. Esta castración simbólica evidencia el desorden de su libido, que no acepta introducir la “salchicha” en el “pan”, pero no tiene inconveniente en asirlo con la mano al sellar. Gran parte de la neurastenia que padece G. no tiene otro origen que esta desviación de su sexualidad.
P.S.: No existe ningún caso así. El "análisis psicoanalítico" no responde a la realidad. En caso de duda consulte con su psicólogo
"The surface of the Earth is the shore of the cosmic ocean...and the ocean beckons us.There is a part of us knowing that we come from there.We want to return"