De Púlsares y Hombrecillos Verdes.

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eduardo dd
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De Púlsares y Hombrecillos Verdes.

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Existen muchos tipos de estrellas, las más comunes ya las conocemos: Azules, rojas, enanas blancas, súper gigantes, marrones, amarillas. Pero también existen otras estrellas no tan comunes, rarezas difíciles de ver, absolutamente fascinantes.

En 1967 un equipo de radioastrónomos liderados por Jocelyn Bell y Antony Hewish, rastreaba el firmamento en busca de señales de radio cuando detectaron una señal. Era de corta duración y extremadamente regular, como si alguien encendiera y apagara una linterna ante sus ojos a intervalos exactos y precisos. Aquello no parecía ser algo natural sino provocado, así que pensaron que podrían haber establecido contacto con una civilización extraterrestre. Y llamaron a su señal: LGM (Little Green Men, Hombrecillos Verdes). Como ya habréis supuesto no era una señal extraterrestre, curiosamente esa señal nos la enviaba una Estrella de Neutrones, un Pulsar.

Una estrella es una bola de gas que se ha encendido y quema el combustible del que está hecha. Pero así, a primera vista, que una nube de gas se ponga a arder en el espacio vacío, debería ser cuando menos, caótico. Sin embargo las estrellas son esferas bastante estables en su mayoría. El motivo es que dentro de la estrella se producen dos fuerzas opuestas que la mantienen estable. Por un lado la fusión del hidrógeno y su conversión en helio –que son sus componentes principales- genera una fuerza de empuje que intenta expulsar hacia afuera sus capas externas más ligeras. Y por otro lado, el núcleo, compuesto de materiales pesados como el hierro, tiende a comprimirse sobre sí mismo por efecto de su propio peso, lo cual ejerce una tremenda gravedad. Cuando esas dos fuerzas se equilibran, nace una estrella que perdurará en ese estado miles de millones de años, como nuestro Sol.

Pero todo tiene su final y una vez a la estrella no le queda hidrógeno y consume el helio hasta que también lo agota, la fuerza gravitatoria del núcleo tiene todas las de ganar. Éste empieza a comprimirse y a hacerse más denso –ya que sigue manteniendo la misma masa pero en un espacio más reducido-. Por un segundo rebota contra las livianas capas exteriores que quedaban y se libera de ellas en una tremenda explosión, una Supernova.

Lo que ocurra a partir de ahora dependerá del tamaño inicial de la estrella. La nuestra no es lo suficientemente grande para causar siquiera una supernova, se desprenderá de sus capas exteriores limpiamente y sin aspavientos, y se convertirá en una Enana Blanca. Pero si el núcleo es de aproximadamente 1,5 masas solares (una vez y media más grande que nuestra estrella) continuará comprimiéndose cada vez más. Cuanto más colapse el núcleo, más cercanos y apretados estarán los electrones y los protones que componen sus átomos. Y finalmente éstos se recombinarán sin remedio dando lugar a neutrones.

Si la estrella hubiera sido mayor su siguiente paso sería convertirse en un Agujero Negro, pero en este caso estaba justo en el límite del tamaño requerido. Y al reducirse a un tamaño de no más de 15 o 20 km de diámetro, la fuerza gravitatoria se vuelve a equilibrar con la fuerza de repulsión que ejercen los neutrones –a los neutrones no les gusta estar cerca unos de otros, intentan constantemente separarse- Y se convierte en un remanente estable, una Estrella de Neutrones. Un Pulsar.

Las estrellas de neutrones pueden girar sobre sí mismas hasta varios cientos de veces por segundo; un punto de su superficie puede estar moviéndose a velocidades de hasta 70.000 km/s. De hecho, las estrellas de neutrones que giran muy rápidamente se expanden en su ecuador debido a esta velocidad vertiginosa. El efecto combinado de la enorme densidad de estas estrellas con su intensísimo campo magnético, causa que las partículas que se acercan a la estrella desde el exterior (como, por ejemplo, moléculas de gas o polvo interestelar), se aceleren a velocidades extremas y realicen espirales cerradísimas hacia los polos magnéticos de la estrella. Por ello, los polos magnéticos de una estrella de neutrones son lugares de actividad muy intensa: emiten chorros de radiación en el rango del radio, rayos X o rayos gamma, como si fueran cañones de radiación electromagnética muy intensa.

Por razones aún no muy bien entendidas, los polos magnéticos de muchas estrellas de neutrones no están sobre el eje de rotación. El resultado es que los "cañones de radiación" de los polos magnéticos no apuntan siempre en la misma dirección, sino que rotan con la estrella.

Es posible entonces que, mirando hacia un punto determinado del firmamento, recibamos un "chorro" de rayos X durante un instante. El chorro aparece cuando el polo magnético de la estrella mira hacia la Tierra, deja de apuntarnos una milésima de segundo después debido a la rotación, y aparece de nuevo cuando el mismo polo vuelve a apuntar hacia la Tierra. Lo que percibimos entonces desde ese punto del cielo son pulsos de radiación con un periodo muy exacto, que se repiten una y otra vez (lo que se conoce como "efecto faro"), cuando el chorro se orienta hacia nuestro planeta. Por eso, este tipo de estrellas de neutrones "pulsantes" se denominan Púlsares (del inglés pulsating star, "estrella pulsante").

Como curiosidad cabe decir que son estrellas tan sumamente densas, que una cucharadita de Púlsar pesaría 1.000 millones de toneladas en la Tierra. Y una persona de unos 70 kg puesta sobre un Púlsar, pasaría a pesar 10.000 millones de toneladas. Y más vale no estar cerca de uno de ellos ya que emiten una radiación descomunal.

Menos mal que semejante pulso electromagnético no lo generaron los Hombrecillos Verdes.
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fuente, este estupendo blog...http://blogs.que.es/zenda-caballero/201 ... los-verdes

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