Introducción
La puesta en funcionamiento de la página web «Unión de CyberAteos» (nuestro antiguo nombre) en 1998 y de su posterior lista de correo, supuso la creación de un espacio excepcional para el intercambio de ideas y un magnífico caldo de cultivo de numerosos proyectos y asociaciones ateas (vea nuestra historia). En la actualidad, Iniciativa Atea es la comunidad virtual atea hispano hablante más antigua y numerosa. Más de 5.000 personas participan libremente y dan vida a nuestros foros en un excelente clima de compañerismo y amistad. Además, somos una asociación internacional legalmente registrada que acoge en su seno a las personas ateas más comprometidas, sumando esfuerzos y canalizando sus iniciativas a través de la acción directa y de la cooperación con otras organizaciones afines. El importante crecimiento en el número de asociados y la calidad de su participación han hecho posible la definitiva consolidación de nuestra asociación, y nos invitan a encarar el futuro con la voluntad de desarrollar una actividad de considerable envergadura.
Por ello Iniciativa Atea se dota de las presentes bases programáticas, y expone con total transparencia el cuadro de valores a partir del cual se justifican y orientan nuestros proyectos y actuaciones. Sin perjuicio de lo recogido en los Estatutos, el Programa Fundamental de Iniciativa Atea constituirá la base del libre compromiso de cada uno de los asociados.
Ética
Las sociedades constituidas por ciudadanos libres e iguales deben su razón de ser a la naturaleza propia del ser humano; «el ser humano es fundamentalmente un ser social».
Por tanto, la ética ateísta se basa en la racionalidad y en el espíritu crítico como única herramienta para la comprensión objetiva de la verdad, que no es otra que la materialidad del universo y de todos los que en él habitamos. Esta es la cosmovisión que más nos acerca a la comprensión de la realidad, su materialidad. Son estos cimientos los que dotan a la ética ateísta su superioridad moral frente a los credos de fe que anteponen el dogma a la reflexión crítica y al conocimiento científico. La ética solamente se autodefine como tal, cuando ésta va unida a la praxis y no cuando se queda estancada a perpetuidad en el halo espiritual. La ética ateísta es conceptualmente dinámica como lo son todas las manifestaciones sociales, es esta la diferencia fundamental que nos separa de la visión fijista que sostiene la ética fideísta.
En contraposición a la moral religiosa, que se centra en satisfacer los mandamientos de un ser imaginario con la intención de evitar el castigo y ser premiados en un más allá ficticio, el ateo enfoca su atención hacia sus semejantes y los trata aquí y ahora con el respeto y la amabilidad que quisiera para sí mismo. La reciprocidad y extensión de este comportamiento es todo el premio que esperamos conseguir, y para ello abogamos por unas Leyes justas que regulen nuestro comportamiento en la sociedad y que garanticen las libertades individuales y respeten los derechos de todas y cada una de las personas, siendo especialmente sensibles al derecho de las minorías, a la libertad de expresión en igualdad como única garantía para ejercitar la libertad que se demanda, así como el respeto a los derechos universales reconocidos por la comunidad internacional, abogando por la pronta materialización práctica de los mismos.
Otra diferencia fundamental de la ética atea es que surge de las convicciones de los individuos que la hacen suya y asumen esta condición en pleno ejercicio de su libertad intrínseca. No son órdenes externas inamovibles y excluyentes, sino razonamientos coherentes a su ideario, susceptibles de mejora y adaptación a nuevas circunstancias y experiencias. Y lo más importante, al ser conscientes de esta falibilidad y provisionalidad, el individuo carece de fundamento para tratar de imponer sus convicciones y normas a los demás. Antes bien, las contrastará y las perfeccionará para optimizar sus relaciones sociales en un contexto de plena libertad y franca tolerancia.
En la práctica, la ética ateísta coherente se traduce en una serie de compromisos compartidos que definen la identidad de Iniciativa Atea y determinan la actividad de la Asociación.
Razón y libertad
Al margen de definiciones simplistas y miopes, podemos decir que el ateísmo es la forma de pensamiento que se construye en base al análisis racional de la información que nos proporcionan los sentidos. Las conclusiones así obtenidas deben ser coherentes y verificables, y están abiertas a la revisión y mejora permanente.
Por lo tanto, el pensamiento ateo no es una creencia alternativa o contraria a la religión, sino que se aparta de cualquier tipo de creencia por considerarla innecesaria para explicar el mundo que nos rodea y, sobre todo, porque las creencias constituyen un obstáculo a menudo insalvable que impide acceder al conocimiento de la realidad.
Si la Razón es la única herramienta universalmente válida a nuestro alcance, la Libertad es la condición imprescindible para que el ser humano pueda desarrollarse íntegramente como persona.
Entendemos que, para que exista auténtica libertad de pensamiento y conciencia, además de garantías legales, debe haber ausencia total de elementos impuestos por cualquier forma de totalitarismo para condicionar o coartar la libre percepción del individuo. «Por esta razón, desde Iniciativa Atea apoyamos y siempre apoyaremos la Democracia, las Libertades Civiles, la Tolerancia y los Derechos Humanos».
Es decir, reclamamos la aplicación de una Laicidad plena que borre del espacio público todo rastro de privilegio e influencia no ya de las religiones, que seguirán influyendo en la sociedad a través de la libre participación de los creyentes, sino de las organizaciones religiosas que para sobrevivir necesitan combatir la enriquecedora diversidad ideológica.
Laicidad
En un sentido amplio, entendemos por laicidad el conjunto de condiciones jurídicas, políticas y sociales necesarias para mantener el espacio público libre de dogmatismos de cualquier tipo, favoreciendo así el desarrollo íntegro de las personas y el ejercicio de la libertad de conciencia.
Ni el ateísmo ni la laicidad bien entendidos son necesariamente antirreligiosos. Por coherencia, deseamos para los demás la misma libertad que exigimos para nosotros mismos y defendemos la pluralidad ideológica. Ahora bien, rechazamos las pretensiones de las organizaciones religiosas de imponer sus criterios y, además, obtener los fondos para su financiación del conjunto de la sociedad apelando a la tradición. Además, las ideologías que han sido históricamente impuestas a sangre y fuego no tienen legitimidad moral para arrogarse representatividad alguna en un mundo democrático, por muchos años que esa sociedad haya tenido que soportar la dictadura religiosa.
Reclamamos de los poderes públicos y sus instituciones la más absoluta neutralidad en materia ideológica, así como la supresión de toda ventaja o privilegio otorgado a las organizaciones religiosas, que deben ser consideradas y tratadas a todos los efectos como asociaciones comunes. La libertad religiosa y de culto son aspectos contenidos en el derecho a la libertad de conciencia. Por consiguiente, las leyes que protegen específicamente las convicciones religiosas son totalmente innecesarias, y suponen una grave discriminación hacia los ciudadanos que poseen otro tipo de convicciones.
Por todo ello, unimos voluntariamente nuestros esfuerzos y nos comprometemos en la construcción de un mundo racional, libre, tolerante, democrático y laico.
Independencia
Iniciativa Atea se declara una asociación políticamente independiente. Sin embargo, es conveniente aclarar que no caemos en la ingenuidad reduccionista de considerarnos políticamente neutrales o apolíticos.
Iniciativa Atea es una asociación sin vínculos a partidos políticos tradicionales aún cuando apoya los programas electorales que incluyen la autofinanciación de las instituciones religiosas y la laicidad como uno de los pilares de la vida pública y cívica en los países de nuestros asociados. Como individuos convencidos de los beneficios de ambos puntos y como asociación no sólo apoyamos dichos programas electorales, sino que exigiremos y promoveremos su puesta en funcionamiento.
En Iniciativa Atea cada cual es libre de pensar y votar como mejor le parezca. Tan sólo recomendamos algo de coherencia y un mínimo conocimiento de los episodios históricos y actuales que ponen de manifiesto que el mayor enemigo de la Libertad ha sido y es el pensamiento totalitario que, si bien en España y los diferentes países hispanoamericanos suele encarnarse en la legendaria alianza del clero con la derecha tradicional cristiana, puede manifestarse también bajo el disfraz de cualquier otro signo político y condición.
Ante la imposibilidad de una teocracia o una monarquía absolutista, los partidos conservadores, incluso disfrazados de liberales o demócrata-cristianos, son el mejor instrumento que tienen las organizaciones religiosas para «salvaguardar los derechos de Dios». Es decir, para imponer su moral, sus leyes, sus restricciones de las libertades y, por supuesto, seguir financiándose a expensas del conjunto de la sociedad.
Como ser ateo es en cierto modo una forma de militancia en defensa de la Libertad, y porque nos consideramos herederos intelectuales de todos los que han luchado por ella, no podemos ni queremos olvidar que tanto los derechos humanos, como libertades individuales y hasta la democracia en sí misma, son una afrenta para el pensamiento totalitario y sus prácticas.
Democracia y participación
De la unión de personas libres sólo podía surgir una asociación totalmente democrática cuya plena soberanía es ejercida por la Asamblea de acuerdo a los principios y valores que nos son propios.
Iniciativa Atea desarrolla su actividad en el medio informático. Somos pioneros en la democracia electrónica desde el año 2003, y buena parte de nuestras actividades se desarrollan a través de internet, incluyendo reuniones, votaciones y toma de decisiones, sin necesidad de desplazarse a un lugar físico.
Iniciativa Atea rechazó el modelo organizativo tradicional por considerarlo excesivamente centralizado y poco participativo, todo lo cual constituía un fabuloso repelente para el ateo, ya de por sí bastante reacio a ser dirigido y a creer en lo que no ve o controla de alguna forma. Estos y otros aspectos lastraban la actividad y garantizaban una vida asociativa llena de convulsiones.
Por todo ello, nuestra Asamblea apostó por un modelo más participativo y democrático, que promueve el crecimiento y la vertebración de Iniciativa Atea en tres niveles o ámbitos:
- LOCAL: Desde las Agrupaciones, los asociados pueden participar activamente en su ámbito, en lugar de ser meros espectadores con derecho a voto de vez en cuando.
- ESTATAL: El Consejo Estatal de Iniciativa Atea es el foro en donde las Agrupaciones estarán representadas en función de su número de socios.
- INTERNACIONAL: El Consejo Internacional tiene por objeto constituir la Federación Internacional de Iniciativa Atea mediante la legalización de asociaciones estatales.
De esta manera, Iniciativa Atea adquiere una estructura en sintonía con el sentir ateo, y desarrolla una red de activismo orientada a la coordinación en la consecución de nuestros objetivos.
Educación
No nos oponemos al conocimiento de la religión en forma de historia de las religiones o religiones comparadas, pero posibilitar el desarrollo integral de los futuros ciudadanos y el ejercicio de su libertad de conciencia exige desterrar el adoctrinamiento religioso de los centros de estudios, y nos obliga a cuestionar abiertamente el derecho paterno a inculcar en sus hijos creencias contrarias a los Derechos Humanos y lo expresado en la Carta de Derechos del Niño o, simplemente, a adscribirlos a cualquier confesión (bautismo) que limite o impida que los niños puedan formarse sus propias opiniones. Especialmente, si se da el agravante de la irreversibilidad de tal acto, debido a la negativa de las instituciones religiosas a borrar los datos aportados por nuestros progenitores cuando no teníamos posibilidad de negarnos ni de rechazar sus sacramentos.
En nuestra opinión, una educación que recoja los valores democráticos de nuestra sociedad exige la participación de tutores respetuosos con el desarrollo del niño como persona, en lugar de «marcarlos» como ganado de su propiedad e imponerles un yugo que adultera su percepción de la realidad. Los valores de una sociedad libre requieren proporcionar herramientas de reflexión a nuestros hijos en contra del dogmatismo inculcado sin posibilidad de crítica. El adoctrinamiento desde los primeros años produce ciudadanos acríticos, sin capacidad de evolución personal.
Aun aceptando que la religión puede ser una forma de conocimiento para algunas personas, se trata de un conocimiento subjetivo y no verificable. Por lo tanto, es algo que debe restringirse al ámbito de la experiencia personal y en ningún caso puede pretender imponerse o universalizarse.
Asimismo, el derecho del individuo a profesar una religión no puede servir de excusa para que las organizaciones religiosas se inmiscuyan en el sistema educativo, ni justifica que el Estado consienta y financie el adoctrinamiento infantil. Aquí no hablamos de transmisión de conocimientos, sino de propaganda gratuita para perpetuar determinados sistemas ideológicos en detrimento de otros. Todo lo cual, constituye un claro atentado contra la igualdad y, más aun, contra las desprotegidas mentes infantiles.